En la línea de títulos como "El capitán Blood" o "El halcón del mar", Michael Curtiz se dispuso a realizar otro loable film de aventuras contando otra vez con Errol Flynn esta vez en la piel de Robin de los Bosques.

Lo más destacado de esta cinta en comparación con los otros trabajos de Curtiz en el género aventurero es su nutria disposición de aspectos técnicos de lo más cuidados. La película cuenta con el uso del color, algo realmente admirable ya que nos permite apreciar la riqueza del vestuario así como la belleza y la majestuosidad de sus gigantescos escenarios, muy bien conseguidos. El film cuenta además con elaboradas secuencias de acción. En conclusión, podemos afirmar que a nivel global, el film dispone de toda clase de aspectos técnicos que ya hacen de por sí merecedor la visión de la cinta.

En cuanto a su trama y su guión, ya es más discutible, pues pese a que está bien elaborado, peca de mucha inocencia junto con algunos momentos que pueden rozar la cursilería y la rídiculez fruto del gran paso del tiempo. La vejez de la cinta hace que sus personajes sean un poco planos o poco trabajados en comparación con los otros trabajos del director, o que sencillamente tengan un carácter poco racional para el público contemporáneo. Aún así, hay un par de personajes que resultan de lo más divertidos y la trama se sigue con interés.

Estamos ante una película que goza de una magnífica salud en cuanto a lo que se refiere a los aspectos técnicos pero que se ve algo demacrada por su trama, cuya vejez unida a su inocencia acaban lastrando un poco el conjunto del film. No obstante, sigue siendo una cinta de aventuras de lo más recomendable de ver, sobre todo para los amantes de los clásicos.