- No podía creerme que cavaran tres túneles de 100m.

- No podía creerme cómo evitaron el ruido al cavar o cómo se deshicieron de tanta arena.

- No podía creerme un sistema de señales y de vigilancia tan coordinado para despistar a los guardias.

- No podía creerme que falsificaran documentación, que hicieran trajes, que aprendieran alemán o francés, que robaran tantas cosas, que consiguieran tanta madera… y todo sin que los guardias apenas sospecharan.

- No podía creerme que fueran capaces de hacer una herramienta para suministrarse aire dentro del túnel.

- No podía creerme que con lo que tenían entre manos fueran capaces de hacer lícor con unas patatas.


Los guardias descubren uno de los túneles y en plena huida descubren otro. Aún así, 76 hombres logran escapar y pienso, “No puede ser que esto pasara de verdad, ni MacGyver y Chuck Norris serían capaces de hacer algo así”.


Paro la película, la vuelvo a poner desde el principio para ver otra vez el mensaje pensando que mi inglés me había jugado una mala pasada. Pero la frase era clara “Todos los detalles de la huida son tal y como sucedieron”.

En ese momento exclamo en voz alta “Unos héroes, unos putos héroes”. Una de las historias más increíbles que he visto nunca, muchas veces nos creemos las cosas malas y nos cuesta creer las buenas. Pues sí, era verdad, a base de trabajo, esperanza y una enorme confianza lograron tal hazaña.


Y lo mejor estaba por llegar…

45 minutos de tensión y de ritmo vertiginoso. 45 minutos donde vemos el gran mérito de la película, Sturges de un potencial drama hace una película homenaje y una película de aventuras.
No quiere que sintamos pena o tristeza, lo que sentimos es admiración, valentía y respeto hacia 76 héroes.

Ya sólo nos queda ver a Hilts jugar con la pelota (el guardia si que no se lo puede creer) y seguir silbando esa legendaria melodía.