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Voto de Joan Ramirez:
5
Ciencia ficción. Acción. Aventuras. Fantástico Por orden imperial, la familia Atreides debe hacerse cargo de la explotación del desértico planeta Arrakis, también llamado "Dune". Es el único planeta donde se encuentra la especia, una potente droga que es indispensable para los vuelos espaciales. Antes el planeta había sido gobernado por los Harkonen, cuyo despotismo había dejado una huella indeleble en la población. Cuando, con el beneplácito del emperador, los Harkonen atacan el ... [+]
18 de agosto de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No creo que se pueda decir que David Lynch sea, precisamente, un director “todo terreno”, por mucho que haya hecho televisión y video clips además de cine propiamente. Desde luego, el hombre tendrá oficio, pero siempre ha sido demasiado fiel a sus modos como para embarcarse en una película de género, sea el que sea. Supongo que el “género” de David Lynch remite a sí mismo y por eso es difícil que su obra deje indiferente.

Por si fuera poco, Dune se encuentra con la dificultad añadida de casar demasiados elementos: la narrativa novelesca de Frank Herbert con el espíritu onírico y a ratos malsano de Lynch, pero también un elenco demasiado dispar en la creación de los efectos especiales. Cito las notas de producción del DVD: “El proyecto prometía convertirse en un gran éxito: más de 40 millones de dólares de presupuesto, 70 sets de rodaje, 1700 personas en el equipo, un reparto de lujo y los mejores colaboradores para los efectos especiales: Carlo Rambaldi –King Kong (1976), Alien (1980), E.T. (1982)- construyó las criaturas; Barry Nolan –Star Wars- fue supervisor de los efectos especiales; Albert Withlock –Los Pájaros (1963), La Cosa (1982)- creó los efectos especiales adicionales; Kit West –En busca del arca perdida (1980)- fue el responsable de las maquetas… etc.”

Ya digo, tanto en los efectos especiales como en algunos aspectos puramente estéticos se aprecia una falta de armonía que desluce (y cómo…) el conjunto. Pienso, por ejemplo en el aspecto decimonónico del emperador y su corte, en el aire medieval de las médiums, en los destiltrajes en plan buzo, en los decorados dorados de la nave imperial y el cartón piedra de las entrañas de Arrakis, en los fantásticos gusanos del desierto, tan realistas, y los ciber escudos de videojuego arcaico… A mi no me cuadra.

Con todo, no puedo negar que no se haga entretenida. Además, los seguidores de Lynch deben verla para conocer el conjunto de su obra y, aunque para mí no lo sea, tampoco me atrevo a negar que no sea ya una “película de culto”. Ahora bien… no perdamos de vista que esto último es lo que se suele afirmar de las películas que recaudan la mitad de lo que costaron. Me gustaría saber qué más ha producido Rafaella De Laurentiis después de hacer perder a su padre 20 millones de dólares de principios de los ochenta.

En fin, un renglón más de la historia del cine. Al menos este se llegó a escribir. Pienso en cómo podría haber sido la versión que planeó Michel Seydoux antes de venderse los derechos de la saga. En la dirección contaba con Alejandro Jodorowsky. Pero no se lo pierdan: diseños de Moebius… Salvador Dalí como el emperador Shaddam… cameos de Orson Welles y Alain Delon… música de Pink Floyd… Cuando hicieron el presupuesto se cagaron del susto. Los derechos cambiaron de manos y entonces fue cuando Rafaella dijo: “Papá ¿has visto “Cabeza Borradora” de un tal David Lynch?”.

Hay que ver cuánto quieren algunos padres a sus hijas.
Joan Ramirez
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