Russell viene de firmar El Lado Bueno de las Cosas, La Gran Estafa Americana y The Fighter, obras importante y que han ido afinando su cine hasta llegar a su magnum opus que es esta.

Un desfile de estrellas que consiguen hacer suyos los personajes, haciéndote dudar de hasta donde llega el guion y hasta donde la aportación del propio actor. Como siempre destaca Christian Bale en uno de los papeles más entrañables de su carrera y un Robert De Niro que con un simple giro de muñeca te recuerda por que es uno de los más grandes de la historia.

Una película que pese a tener un ritmo más propio de comedia, se arrastra en su tramo medio y se recupera con la aparición de De Niro. Quizás es difícil asimilar el salto que la película hace desde el buddy film, a la comedia romántica, el cine bélico y el noir. Personalmente, encuentro este baile delicioso.

Es en las partes más emotivas y sinceras en las que la película se hace grande, en la comedia de pequeños gestos y palabras, terminando en un apoteósico clímax política y reivindicativo sobre la eterna dinámica de los poderosos, indolentes y adinerados, dejándonos a los demás un mundo en el que sería imposible vivir si no fuera por el amor y el arte.