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Voto de FATHER CAPRIO:
9
10 de enero de 2007
45 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comentar una película de Federico Fellini es siempre una tarea complicada pero en el caso de Amarcord lo es más si cabe. Porque uno se pregunta ¿Qué acabo de ver? Y las respuestas en este caso podrían ser "una película sobre la vida de la gente de un pueblo" ó "un film sobre la juventud y sus sueños". Es preciso conocer algo de la vida de Fellini para entender que lo que nos muestra es fundamentalmente su niñez pero no exactamente como la vivió sino entremezclando lo realmente vivído con aquello que, desde el presente, le pareció haber vivido. Y somos nosotros, espectadores, quienes decidimos si deslindamos realidad y sueño ó lo dejamos como está.
Yo me inclino por dejarlo todo como está. ¿Qué importancia puede tener que un recuerdo concuerde con la realidad pasada ó la distorsione engrandeciéndola ó empequeñeciéndola?. Prefiero quedarme con esta felliniana mezcla de sueños y realidades, con cabezas de Duce hechas de flores que hablan, con sus músicas nocturnas de Siboney, con sus pecados juveniles, mundo, demonio y, sobre todo, carne, con el onirismo de la escena entre Gradiska y el sultán en el Gran Hotel, con la caracterización, seguro que real aunque exagerada por el paso de los años, de sus profesores, con todo ello, porque eso es como lo ve Fellini y como quiere mostrarnoslo...Como lo vivió en realidad no es lo importante.
Mención especial para la música de Nino Rota, compañero de caminos de Fellini. Nos invita al baile en las celebraciones y nos sugiere una lágrima en los entierros. De eso precisamente se trata.
Yo me inclino por dejarlo todo como está. ¿Qué importancia puede tener que un recuerdo concuerde con la realidad pasada ó la distorsione engrandeciéndola ó empequeñeciéndola?. Prefiero quedarme con esta felliniana mezcla de sueños y realidades, con cabezas de Duce hechas de flores que hablan, con sus músicas nocturnas de Siboney, con sus pecados juveniles, mundo, demonio y, sobre todo, carne, con el onirismo de la escena entre Gradiska y el sultán en el Gran Hotel, con la caracterización, seguro que real aunque exagerada por el paso de los años, de sus profesores, con todo ello, porque eso es como lo ve Fellini y como quiere mostrarnoslo...Como lo vivió en realidad no es lo importante.
Mención especial para la música de Nino Rota, compañero de caminos de Fellini. Nos invita al baile en las celebraciones y nos sugiere una lágrima en los entierros. De eso precisamente se trata.