Media votos
5.8
Votos
7,380
Críticas
126
Listas
17
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Jlamotta:
8
6.7
64,777
Fantástico. Aventuras. Acción
"El Hobbit: La Desolación de Smaug" continua la aventura de Bilbo Bolsón en su viaje con el mago Gandalf y trece enanos liderados por Thorin Escudo de Roble en una búsqueda épica para reclamar el reino enano de Erebor. En su camino toparán con multitud de peligros y harán frente al temible dragón Smaug. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2013
36 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo recordar que la crítica que realicé sobre The Hobbit:An Unexpected Journey el año pasado comenzaba de la misma forma, pero es necesario recordar quien es cada uno y porqué se escribe como se escribe. Soy un fan incondicional de la obra de Tolkien, la he releído en numerosas ocasiones y la trilogía The Lord of the Rings significó un logro descomunal para cualquier lector de la novela original. Cualquiera que haya tenido la fortuna de adentrarse en la prosa de Tolkien sabrá apreciar mejor que un espectador neutral la dificultad extrema a la que Jackson y su equipo se enfrentaron a la hora de abordar estas adaptaciones. El nivel de detallismo del sudafricano es extremo, sus descripciones inabarcables y su narración vasta. Es muy fácil para el lector imaginarse ese mundo, la Tierra Media, con tanta cantidad de apoyos y explicaciones precisas. La fantasía se hizo ficción y la ficción realidad hace ya doce años, con unos resultados sobresalientes. Pero imaginar es fácil. Lo complicado es crear. Llevarlo a cabo. Ejecutar los planes. De ahí que la labor del director de King Kong, Philippa Boyens, Fran Walsh y Guillermo del Toro sea admirable, brillante, soberbia. Como adaptación, The Hobbit:The Desolation of Smaug es extraordinaria (aunque con las ya típicas licencias como la aparición de Legolas y varios detalles más). Como película independiente, sin tener en cuenta su origen literario, no tengo ni la más remota idea. Sinceramente, no lo sé. Mi visión está condicionada por mi experiencia literaria de la historia y, como tal, estoy mucho más que satisfecho. No puedo quejarme. Y me parece más honesto explicar que mis palabras están supeditadas a esta particularidad que los fans entenderán, que intentar marcarme una crítica universal. Para leer algo así, ajeno a la novela, ninguno de estos párrafos servirán. Esta es una película de fanáticos de Tolkien servida para ser devorada por fanáticos de Tolkien. Jackson, conocedor de que el tiempo de los galardones y laureles pasó para él, es mucho más libre que en The Lord of the Rings, donde aún tenía que conservar minimamente unas formas, una apariencia de película seria quizá. Es aquí, en la saga de The Hobbit cuando se libera de ataduras y hace lo que le viene en gana, ya que el foco de atención recae sobre otros. Se deja llevar alegremente por sus excesos visuales, por su adoración por el gore y por las triquiñuelas en las escenas de acción. Su cameo a los pocos segundos de comenzar el film es revelador. Pasa por delante de la cámara comiendo, nos mira de manera desafiante y sigue su camino sin pararse, como diciendo "hola, soy Peter Jackson y esta es mi película. MI película, justo la que he querido hacer".
Porque el director neozelandés está juguetón, se conoce el material de memoria y se permite el lujo de divertirse a costa del espectador en alguna que otra ocasión. En las batallas contra los orcos las muertes cada vez son más imaginativas, más logradas y pensadas, queriendo ir un poco más allá del género de aventuras y adentrándose por momentos en el de terror-gore. Es cierto que esta película es menos cómica que la anterior, debido a un tratamiento dramático prominente y a la necesidad de ahondar algo más en la relación entre los personajes. El tiempo que se ahorra en presentarlos (no hace falta, pues eso tuvo lugar en la primera parte) lo emplea en la interacción continua entre ellos, explorando de forma más profunda sus personalidades, sus miedos y sus valores. La disposición narrativa de las adaptaciones de Jackson suelen ser similares, comenzando con una cierta calma y dosificación de escenas puntuales de acción para encaminar el relato hacía unos cuarenta o cincuenta minutos de orgasmo audiovisual y emocional. Al no necesitar presentación de personajes como en el anterior film, la relación entre ellos es más fluida y estable, y la incursión de nuevos personajes se produce de manera más suave y natural. De hecho, algunas de las novedades son viejos conocidos y otras, como los encarnados por Evangeline Lilly (Tauriel) o Luke Evans (Bardo) funcionan a las mil maravillas al disponer de su propio tiempo de adaptación a la trama. Quizá es Beorn (Mikael Persbrandt), uno de mis personajes favoritos de la novela, quien más desaprovechado se encuentra. El tratamiento de los enanos ya no se produce de manera grupal, sino individual y eso se nota en pantalla, pues tenemos más opiniones diferentes, más reacciones y la sensación de pertenecer a una auténtica compañía aumenta. Asimismo, presenciamos la increíble evolución de Bilbo, convertido prácticamente en el líder de la expedición. Sin embargo, también podemos intuir un cambio negativo e instintivo en él debido a la carga del Anillo Único. Bilbo llega a ser cruel con tal de proteger a su preciado tesoro, provocando su propia extrañeza. El objeto no solo le proporciona invisibilidad sino que descubre en él un principio de egoísmo y maldad.
Como todas sus predecesoras, esta es una película de movimiento, donde la cámara pocas veces reposa y la apuesta por la actividad es casi una obligación no solo estética sino incluso de guión. No dejan de suceder acontecimientos, no necesariamente todos relacionados con la acción, pues el interior de los protagonistas es explorado de manera consecuente. De esta forma es fácil mantener la atención del espectador e introducirlo en un estado casi permanente de tensión ante la velocidad de los sucesos. El film está planteado de forma que aventura, divertimento y cierto aire dramático vayan de la mano, logrando Jackson su objetivo gracias a la ya habitual división de la trama. Esta segmentación, que afecta no solo a la trama en si sino también a determinados personajes, facilita que el posterior climax final posea un ritmo endiablado y que nuestro interés no se ubique solo en un objetivo.
Sigo en spoiler sin ser spoiler
Porque el director neozelandés está juguetón, se conoce el material de memoria y se permite el lujo de divertirse a costa del espectador en alguna que otra ocasión. En las batallas contra los orcos las muertes cada vez son más imaginativas, más logradas y pensadas, queriendo ir un poco más allá del género de aventuras y adentrándose por momentos en el de terror-gore. Es cierto que esta película es menos cómica que la anterior, debido a un tratamiento dramático prominente y a la necesidad de ahondar algo más en la relación entre los personajes. El tiempo que se ahorra en presentarlos (no hace falta, pues eso tuvo lugar en la primera parte) lo emplea en la interacción continua entre ellos, explorando de forma más profunda sus personalidades, sus miedos y sus valores. La disposición narrativa de las adaptaciones de Jackson suelen ser similares, comenzando con una cierta calma y dosificación de escenas puntuales de acción para encaminar el relato hacía unos cuarenta o cincuenta minutos de orgasmo audiovisual y emocional. Al no necesitar presentación de personajes como en el anterior film, la relación entre ellos es más fluida y estable, y la incursión de nuevos personajes se produce de manera más suave y natural. De hecho, algunas de las novedades son viejos conocidos y otras, como los encarnados por Evangeline Lilly (Tauriel) o Luke Evans (Bardo) funcionan a las mil maravillas al disponer de su propio tiempo de adaptación a la trama. Quizá es Beorn (Mikael Persbrandt), uno de mis personajes favoritos de la novela, quien más desaprovechado se encuentra. El tratamiento de los enanos ya no se produce de manera grupal, sino individual y eso se nota en pantalla, pues tenemos más opiniones diferentes, más reacciones y la sensación de pertenecer a una auténtica compañía aumenta. Asimismo, presenciamos la increíble evolución de Bilbo, convertido prácticamente en el líder de la expedición. Sin embargo, también podemos intuir un cambio negativo e instintivo en él debido a la carga del Anillo Único. Bilbo llega a ser cruel con tal de proteger a su preciado tesoro, provocando su propia extrañeza. El objeto no solo le proporciona invisibilidad sino que descubre en él un principio de egoísmo y maldad.
Como todas sus predecesoras, esta es una película de movimiento, donde la cámara pocas veces reposa y la apuesta por la actividad es casi una obligación no solo estética sino incluso de guión. No dejan de suceder acontecimientos, no necesariamente todos relacionados con la acción, pues el interior de los protagonistas es explorado de manera consecuente. De esta forma es fácil mantener la atención del espectador e introducirlo en un estado casi permanente de tensión ante la velocidad de los sucesos. El film está planteado de forma que aventura, divertimento y cierto aire dramático vayan de la mano, logrando Jackson su objetivo gracias a la ya habitual división de la trama. Esta segmentación, que afecta no solo a la trama en si sino también a determinados personajes, facilita que el posterior climax final posea un ritmo endiablado y que nuestro interés no se ubique solo en un objetivo.
Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Para destacar es, desde luego, la escena de huida que protagonizan los enanos y el hobbit mediante barriles. Una de las mejores partes del libro es una de las mejores escenas de su adaptación, ya que todo está orquestado como si de un parque de atracciones macabro y salvaje se tratase, con idas y venidas, decapitaciones y artilugios. También ay espacio para el slapstick combinado con un maravilloso plano secuencia de imaginativo planteamiento y difícil pero satisfactoria resolución. Es también en la terrorífica escena arácnida (algo modificada respecto a la novela) donde Jackson apuesta claramente por atemorizar a su público como ya lo hiciera en su momento Ella-Laraña. A nivel puramente estilístico, los planos aéreos en movimiento made in PJ campan a sus anchas en un film donde el montaje es el soporte y el sostén de absolutamente todo lo que vemos en él. Es a nivel técnico cuando hay que descubrirse ante el film por ofrecernos un digno sucesor del tiranosaurio Rex de Spielberg veinte años después:el dragón Smaug. Sin duda, lo mejor de todo el largometraje gracias a unos efectos especiales impresionantes pero, sobre todo, por el soberbio doblaje de Benedict Cumberbatch, que hace completamente suyo al personaje. En este caso, es de obligado visionado la VOSE para apreciar la riqueza interpretativa de Cumberbatch y su absoluta compenetración con su compañero de reparto de la serie de la BBC, Sherlock, Martin Freeman (éste muy a lo Buster Keaton al principio). El entendimiento entre ambos es asombroso y tan disfrutable como el encuentro que mantuvo el propio Bilbo con Gollum en el anterior capítulo de la saga. La creación de Tolkien cobra vida gracias al partido visual que Jackson logra del dragón y a la aterradora voz de Cumberbatch.
The Desolation of Smaug vuelve a ahondar sobre el concepto de amistad y compañerismo entre individuos de distintas razas y sexos. La camaradería juega un factor muy importante entre unos enanos que actúan a modo de vikingos, de bárbaros, siempre brutos pero también leales a sus compañeros por encima incluso de la muerte. Sin embargo, la novela también reflexionaba sobre la codicia innata de hombres y demás seres que habitan en la Tierra Media, y de las continuas pruebas a las que son sometidos para probar su resistencia a los vicios. El valor y el coraje, palabras en desuso en nuestra sociedad moderna, son las cualidades a las que más recurren los personajes del relato para salir adelante de situaciones imposibles, darse ánimos mutuos y coger fuerzas para enfrentarse al mal que los combate. Uno de los elementos que se echan en falta respecto a anteriores obras es la banda sonora de Howard Shore, que sigue siendo magnífica pero parece desprovista de la personalidad única que poseía anteriormente. A pesar de adquirir una importancia suprema sobre todo a través de su uso como transición permanente tanto a nivel sonoro como visual, la falta de un tema principal con gancho la condena al rol de "música de acompañamiento". Y ojo, que no es nada malo pues da en el clavo, pero no hubiera estado de más algo de innovación en ese apartado. Innovación que, por otra parte, si se produce en la utilización del 3D, pues no solo es un elemento de distracción y artificio sino que sirve para realzar con más realismo y detalle los asombrosos decorados y ambientes recargados. Cierto que Legolas no aparece en la novela (pero la "aparición" de Gimli es un tesoro) y que el cliffhanger final rivaliza en hijoputismo con el perpetrado por Vince Gilligan en el 5x15 de Breaking Bad:To'Hajiilee, pero para mi, una saga que te influye a nivel cinematográfico, literario y sonoro (BSO), es algo que forma parte de tu vida diaria, que convive contigo, que te aporta. Por eso, y porque lo que nos espera dentro de un año va a ser la madre de todas las batallas (además del apocalipsis que ha reservado Jackson para el inicio...) estoy deseando que arribe ya The Hobbit: There and Back Again.
@Jlamotta23
The Desolation of Smaug vuelve a ahondar sobre el concepto de amistad y compañerismo entre individuos de distintas razas y sexos. La camaradería juega un factor muy importante entre unos enanos que actúan a modo de vikingos, de bárbaros, siempre brutos pero también leales a sus compañeros por encima incluso de la muerte. Sin embargo, la novela también reflexionaba sobre la codicia innata de hombres y demás seres que habitan en la Tierra Media, y de las continuas pruebas a las que son sometidos para probar su resistencia a los vicios. El valor y el coraje, palabras en desuso en nuestra sociedad moderna, son las cualidades a las que más recurren los personajes del relato para salir adelante de situaciones imposibles, darse ánimos mutuos y coger fuerzas para enfrentarse al mal que los combate. Uno de los elementos que se echan en falta respecto a anteriores obras es la banda sonora de Howard Shore, que sigue siendo magnífica pero parece desprovista de la personalidad única que poseía anteriormente. A pesar de adquirir una importancia suprema sobre todo a través de su uso como transición permanente tanto a nivel sonoro como visual, la falta de un tema principal con gancho la condena al rol de "música de acompañamiento". Y ojo, que no es nada malo pues da en el clavo, pero no hubiera estado de más algo de innovación en ese apartado. Innovación que, por otra parte, si se produce en la utilización del 3D, pues no solo es un elemento de distracción y artificio sino que sirve para realzar con más realismo y detalle los asombrosos decorados y ambientes recargados. Cierto que Legolas no aparece en la novela (pero la "aparición" de Gimli es un tesoro) y que el cliffhanger final rivaliza en hijoputismo con el perpetrado por Vince Gilligan en el 5x15 de Breaking Bad:To'Hajiilee, pero para mi, una saga que te influye a nivel cinematográfico, literario y sonoro (BSO), es algo que forma parte de tu vida diaria, que convive contigo, que te aporta. Por eso, y porque lo que nos espera dentro de un año va a ser la madre de todas las batallas (además del apocalipsis que ha reservado Jackson para el inicio...) estoy deseando que arribe ya The Hobbit: There and Back Again.
@Jlamotta23