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Voto de bukephalos:
9
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1,039
Drama
Shin-Ae (Jeon Do-Yeon) es una joven profesora de piano que acaba de quedarse viuda y quiere empezar una nueva vida con su hijo Jun en Miryang, pueblo natal de su difunto marido, cerca de Seúl. Shin-Ae abre una academia de piano y busca tierra de cultivo, preparada para afrontar valientemente a la vida. Pero todas sus expectativas de futuro se derrumban cuando de nuevo una tragedia aparece en su vida... (FILMAFFINITY)
13 de mayo de 2008
22 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chang-dong narra durante más de dos horas el periplo de Shing-ae por su vida, alguien que cambia de un modo shakespeariano de expresión y espíritu, en una búsqueda aparentemente infructuosa pero que, gracias a un desarrollo formal inteligente y preciso, consigue revelar no sólo los recursos formales del director sino también los signos preconcebidos del espectador. Después de todo, no queda muy claro cual era el discurso básico de Chang-Dong, si bien, durante la primera mitad, la sobriedad del tratamiento de la historia de la pérdida y sus primeras reacciones parecía que exponía una distancia que muchos podiamos considerar meramente cultural pero que luego resultaría más bien personal.
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Al verlo, ¿porqué me aparté, si lo que quería era hacerlo pedazos?
Queda claro pues, porqué la mayoría de los espectadores se sentirán cómodos al asistir a esa mitad, en donde la forma va de la mano con el fondo, es decir, la cámara se mueve con el mismo ritmo y el mismo sentido que los movimientos externos e internos de la protagonista. Por contra, el resto de metraje transcurre de forma incómoda. La razón quizás sea porque no se reflejan las dudas espirituales de Shing-ae en el pulso fílmico de Chang-Dong: él sigue con lo suyo, intentándole dar rigor a las imágenes... pero, ¿qué rigor puede haber en el dramatismo gnostico-evangelista coreano? Personalmente, como critica religiosa, el discurso que así se desprende me parece de una falacia enorme (un mínimo de conocimiento bíblico explicaría porqué Dios permite el sufrimiento), pero reconozco que la oscuridad espiritual alentada por las religiones sensacionalistas (facilmente confundibles con grupos neocon) han hecho mucho daño a la humanidad... Tanto, que aún esta ficción me parece demasiado superflua y fueradetiesto. En fin, pese a todo, se puede decir que las dudas espirituales de Shing-ae se subrayan perfectamente con el contrapunto estilistico que le imprime Chang-Dong. (Compárese con Ordet)
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Al verlo, ¿porqué me aparté, si lo que quería era hacerlo pedazos?
Queda claro pues, porqué la mayoría de los espectadores se sentirán cómodos al asistir a esa mitad, en donde la forma va de la mano con el fondo, es decir, la cámara se mueve con el mismo ritmo y el mismo sentido que los movimientos externos e internos de la protagonista. Por contra, el resto de metraje transcurre de forma incómoda. La razón quizás sea porque no se reflejan las dudas espirituales de Shing-ae en el pulso fílmico de Chang-Dong: él sigue con lo suyo, intentándole dar rigor a las imágenes... pero, ¿qué rigor puede haber en el dramatismo gnostico-evangelista coreano? Personalmente, como critica religiosa, el discurso que así se desprende me parece de una falacia enorme (un mínimo de conocimiento bíblico explicaría porqué Dios permite el sufrimiento), pero reconozco que la oscuridad espiritual alentada por las religiones sensacionalistas (facilmente confundibles con grupos neocon) han hecho mucho daño a la humanidad... Tanto, que aún esta ficción me parece demasiado superflua y fueradetiesto. En fin, pese a todo, se puede decir que las dudas espirituales de Shing-ae se subrayan perfectamente con el contrapunto estilistico que le imprime Chang-Dong. (Compárese con Ordet)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Podría parecer que esto que digo es muy cabalistico, pero no me parece que esta solución sea casual o un simple recurso formal. Al fin y al cabo, como se resuelve luego, Shing-ae escondía esa distancia aún en su interior, una condición que se prefiguraría en momentos anteriores con su comportamiento abyecto en presencia del acto de bullying en el colegio. Shing-ae decide sobre sí misma, sobre cómo ser, su vida, y de esta forma Chang-Dong le otorga una vida que a muchas personas que se mueven y que personalmente conozco se les ha negado, es esa libertad que pocos autores lograron transimitir en sus alter-egos después de Shakespeare, y que aquí Chang-Dong, pese a las pérdidas puntuales de ritmo durante el metraje, consigue con maestría.
A pesar de todo, el metraje en apariencia excesivo acaba plenamente justificado con la simbología onírica de las tres últimas escenas. Me quedo con la duda de si media hora más de símbolos herméticos no hubiese sido el colofón perfecto a esta muestra de meta-realidad... para mí una obra maestra: esos diez minutos son el triunfo del paciente (toma kafka), del que valora la vida tal como es, del que descubre lo que queda: alguien que te aguante el espejo, y que los pelos se los lleve el viento... eso, o lo que quien quiera ver, vea.
A pesar de todo, el metraje en apariencia excesivo acaba plenamente justificado con la simbología onírica de las tres últimas escenas. Me quedo con la duda de si media hora más de símbolos herméticos no hubiese sido el colofón perfecto a esta muestra de meta-realidad... para mí una obra maestra: esos diez minutos son el triunfo del paciente (toma kafka), del que valora la vida tal como es, del que descubre lo que queda: alguien que te aguante el espejo, y que los pelos se los lleve el viento... eso, o lo que quien quiera ver, vea.