“Necesito un héroe/ voy a estar esperando un héroe hasta el final de la noche/ y él debe ser fuerte/ y debe ser rápido/ y debe estar fresco para la batalla/”.

Inspirado (a mi parecer) en la Tardienta de los años 40, Beaumont es un pueblo lleno de gente guapa y con ganas de churrar, chavalada pintoresca al estilo Twin Peaks. Desde la llegada de Ren (Kevin Beacon), los gañanes del lugar tendrán que comenzar a desempolvar sus mejores pasos de baile, pues al igual que ocurre con los tazos, las tabas, la peonza o el peyote, la nueva moda se acerca a pasos agigantados.

Sin embargo, a pesar de que las bragas de las zagalas del lugar comenzarán a escurrirse ‘pierna abajo’ desde el primer momento con la llegada de Ren, el joven pasará por un proceso de aclimatación al pueblo que no será precisamente fácil. Bien es cierto que, la amistad con el personaje que encarna un (entonces) escultural Chris Penn, resulta todo un flechazo a primera vista que facilitará su adaptación al entorno.

Difícil resistirse al personaje que Herbert Ross (director de “Soy tu hija, ¿no te acuerdas?” y “Nijinsky, una historia verídica”, entre otras) construye sobre la majestuosa figura de Kevin Beacon, naricica grimosa incluida. Y sublime, como siempre, el polifacético John Lithgow (Dexter, Cosas de Marcianos) en su papel de cura del pueblo y padre de una fresca con ansias de libertad interpretada con más voluntad que acierto por Lori Singer.

Pero ante todo, finalizados los 107 minutos, Footloose deja dos escenas grabadas a fuego en tu retina. La primera de ellas, un duelo a muerte por atropello. Los dos machos alfa del pueblo se enfrentan, a lomos de sus tractores, en una batalla épica que termina decantándose de la forma más insospechada. Imagínense la tensión, solamente rebajada gracias al pundonor que es capaz de transmitir el single ‘I need a hero’, de Bonnie Tyler, sonando desde el radio cassette portátil que se había llevado Ren a la cita. La segunda escena, también relacionada con vehículos de motor y peligro, trataré de no destriparla a través de esta humilde crítica.

En definitiva, un film absolutamente recomendable para aquellos que, en una tarde de domingo, sean capaces de transformar un drama-musical en una comedia más que amena ayudados de un pack de seis cervezas y buena compañía.