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Voto de Don Simón:
4
5.3
11,754
Drama. Romance
Verano de 2008. Se inspira en el film 'En la cama', del chileno Matías Bize. En un hotel del centro de Roma se conocen una rusa y una española. Al día siguiente, Alba volverá a España y Natasha a Rusia. En la habitación del hotel se respira una atmósfera cargada de erotismo y sensualidad. Entre ellas nace un sentimiento nuevo que ambas aceptan. Durante doce horas, las dos mujeres se confían sus vidas, hablan de sus compromisos y del ... [+]
24 de enero de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Burgos. 7 de agosto de 1984. Un caballero de 62 años, calvo y con bigote, arranca su Talbot Horizon en dirección a Berlangas de Roa, donde le espera su mujer junto a sus octogenarios padres. A la altura de Lerma, rodando a 80 km/hora, se le rompe el eje delantero. Afortunadamente, gracias a la completa ausencia de tráfico y a que no hubiera absolutamente nada a los lados de la carretera, sale ileso del siniestro. Pero debe pasar la noche en un hostal. Sorprendido, se da cuenta de que al otro lado de la vía hay un 'club' de carretera. Es la ocasión de su vida -pues siempre lleva colgada del brazo a su enjoyada mujer- de probar lo que hay dentro. Cruza, se acerca, va a entrar, pero algo le paraliza. No se atreve. No tiene huevos. Puede oír la música pop al otro lado mas es incapaz de empujar la puerta y entrar en el local. Abochornado, sube de nuevo a su habitación. No lo duda y causa estragos en el mueble bar. Hace calor. 38º a las 2:00 am. Se desnuda. Abre la ventana de par en par. No entra aire pero se ve la luna. Ahí están los dos, frente a frente. Decide, apurando la última botellita de Gordons, tumbarse en la cama y hacerse una buena paja. No una cualquiera, no como la de todos los días, a escondidillas en el ropero. Una profunda, con temple y emoción: una paja con presentación, nudo y desenlace. En esos instantes en los que su mente no puede parar de crear, de sugerir ideas caóticamente, toman forma despacito las facciones de una conocida de Valladolid, que resulta ser su cuñada. Se la separa de su marido e hijos. En Roma, por ejemplo, en un viaje absurdo. Un simposio, mismamente. Y allí se la encierra con algo grande, imponente, no escatima en sueños, qué caray, con una jamelga platino de Crimea de dos metros diez. Todo lo que sigue es experimentación extrema. Diálogos pausados, aparentemente triviales, rotos por sexo desbocado. En la cama, en la ducha, en la terraza. Impenitentemente la misma dinámica. Nuestro hombre acaba roto. Media docena de orgasmos. Tres horas que son tres días en su mente. A la mañana siguiente lo anota todo en su diario. El manuscrito, años más tarde, es adquirido por Julio Medem tras insondables peripecias. Con este texto, en 2010, decide adaptar una película chilena. Un encargo. EL 90% de los diálogos los copia exactos. Queda fuera lo relativo al Google Earth, que en el original es el Calendario Zaragozano y los personajes se sitúan, jugueteando, en diferentes ferias rurales según las dimensiones de su catálogo hortofrutícola. Más datos técnicos, en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Medem no es ni tonto ni manco. Sabe rodar y sabe dirigirse a un público. Su lenguaje no es merecedor en absoluto de burla. No todo en el cine tiene por qué ser hiperrealista para ser bueno. No toda ficción ha de tener lugar en el espacio exterior o las tierras de Mordor. Se puede dejar volar la imaginación a través de lo cotidiano, entre sentimientos y sensaciones, para echar un buen rato entre onírico y -lo dicho- masturbatorio. A este viaje ayuda que su equipo y su talento saben jugar con las imágenes, lograr escenas brillantes y hacer guiños al espectador con muy poco. Ahora bien. Un centrifugado de tópicos (la rusa, como daba pena desaprovechar el recurso de las tenistas, dos gemelas, una modelo y la otra tenista) el carrusel de hijos muertos y odiseas femeninas a lo No sin mi hija, las risas cómplices sin sustento y demás momentos completamente aleatorios, coronados por un paupérrimo amanecer, en nada ayudan a la dignidad de cierto estilo de cine.