Me ha gustado mucho esta película porque todo en ella me ha parecido a la vez sencillo y certero, de una autenticidad deslumbrante: las reacciones de los personajes, el carisma y la química de las protagonistas, que no dejan de ser adolescentes y se comportan como tales, con una mezcla de pudor y atrevimiento ante la vida, el ansia por probarlo todo, la rebeldía, la euforia, la frustración... y, sobre todo, la repentina aparición del amor y su desarrollo. Todo parece fluir entre ellas y en su entorno y todo se muestra de manera natural, sin alardes ni florituras, sin necesidad de explicitudes eróticas ni melodramáticas, lo cual supone su mayor acierto, porque ver a Dana y a Naama bailar, beber con sus amigas, mirarse, flirtear o besarse te lleva a recordar con cierta nostalgia tu propia adolescencia, cuando hacías todo lo que ellas experimentan y con la misma espontaneidad.