Puro teatro en pantalla. Stanislav Lem escribió un genial relato, la escusa del relato ficcionado para reflexionar sobre nuestra posición respecto a los demás, con el universo entero, darle la vuelta a la conciencia humana, materializar la idea en personas con vínculo emocional como Hari o sin él y ver la reacción de las mentes de los personajes, que serían también las nuestras en una pantalla es bueno. Quién no quiera reforzar el misterio de la materia con que estamos hechos, de quién uno es, que no la vea. Los procesos del pensamiento descalabrados por un océano que penetra en lugares privados, propios, hasta el punto de vomitar recuerdos viejos y nuevos, o nuevas elaboraciones de pensamiento, en forma de personas que no vienen de donde concebimos que vienen las personas, y que vienen a desestabilizar nuestra inteligencia humana, nuestras emociones, es un buen escenario.La realidad es que somos muy pequeños para el universo y nuestra inteligencia limitada para poder vivir aquí.