Eres una guapa pero desdichada madre soltera. Un día tu mierda de coche te deja tirada en la carretera sin nadie que te socorra. De repente un coche se para y de él sale David Beckham, quien, no solo te arregla el coche sino que te invita a cenar y se enamora de ti.

En vuestros comienzos te pone la cornamenta por aquello de que es el futbolista más famoso del mundo, que recorre el país casi todos los días y le queda poco tiempo para dedicarte.

No obstante se lo perdonas porque tú también estás enamorada y poco a poco os vais convirtiendo en una pareja felíz, donde hasta tu hija empieza a tener una figura paterna como Dios manda. Todo va muy bien hasta que un buen día te da por pirarte al otro lado del mundo y abandonar a Beckham.

Toda vuestra historia la recuerda tu amado futbolista en la final del mundial, en el estadio Maracaná, en el que será su último partido como profesional y mientras se dispone a chutar un penalti en el minuto 89 con 0-0 en el marcador y toda la grada presionándole.

De esto más o menos trata Entre el amor y el juego. Pero qué cojona, no me disgustó. Otra peli más de béisbol para Costner y otra típica historia de amor. Pero bueno, tal vez me pilló en un buen momento, en un momento generoso y le doy un pedazo de 6.