Pues a ver, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.

Con 13:
Malo:
-Tenía poco dinero.
-Tenía que ir a clase.
-Tenía que ir a sitios que no quería con mis padres.
-Tenía que aguantar a treceañeros inaguantables.
-Tenía que madrugar mucho.
- Los Domingos los odiaba, tenía que hacer deberes y estudiar.

Bueno:
-No tenía responsabilidades.
-No tenía que cocinar.
-No tenía que limpiar.
-Tenía ya ni me acuerdo cuánto tiempo de vacaciones.

Con 30:
Malo:
-Parece que sobra mes al final del sueldo.
-Tengo que ir a trabajar todos los días.
-Tengo que ir a eventos que no me apetecen absolutamente nada.
-Tengo que aguantar algún que otro treintañero inaguantable.
-Tengo que madrugar aún más.

Bueno:
- Puedo coger un Domingo, salir a tomar el vermú, volver a casa, comer lo que me de la santa gana, agarrar una manta, tirarme en el sofá, ponerme la peli que yo quiera y pasarme la tarde pasmado frente al televisor. ¿Y si sobra tarde? Otra peli más.

El sueño de mi vida resulta ser un clásico, para mi no, yo no la vi en su momento y por tanto no le tengo cariño ni la recuerdo con nostalgia. Eso sí, es sencilla, corta y te hace pasar un rato sin darle mucho al coco. Es decir, perfecta para esos domingos que te puedes marcar ahora que tienes 30, no tienes que abrir el libro de sociales, ni de lengua, ni de naturales, ni de matemáticas... para hacer los 432658 ejercicios que te hubieran mandado en clase con 13 años.

Si tienes 30: A disfrutar!