Tengo una gran debilidad: Los viajes en el tiempo. Me encantan. Y no pido la genialidad de Regreso al Futuro, ni la complejidad de 12 monos, ni las imprevisibles consecuencias de El efecto mariposa ni las sorpresas de Lost. No, a poco bien que la película esté hecha ya me entretiene y satisface mi gusanillo viajero-temporal.

En este caso tenemos a Martin Lawrence viajando a la Edad Media. Bien, vale, ya sé cuál es el humor de este tío y cómo son las películas que protagoniza. Pero bueno, aún así tal vez pase un buen rato, quién sabe.

Empieza la película y vemos a Martin haciendo gala de su habilidad cómica; retorcer la cara hasta lo irretorcible, hacer muecas ridículas y ensanchar los orificios nasales.

Aún así sigo dándole una oportunidad a la peli porque igual resulta interesante ver cómo el protagonista se desenvuelve en la Edad Media. Sin embargo, este momento llega y se puede comprobar cómo se desaprovecha una estupenda oportunidad de crear situaciones ingeniosas y cómicas.

Está mal gravada, la cámara es mala, los extras son malísimos, la fotografía es pésima, los decorados parecen de cartón piedra, pero aún así, AÚN así me podría haber gustado.

Pero...

Que el protagonista llegue y pretenda hacer un Mcdonalds.

Que aún sabiendo que ha viajado en el tiempo, que se encuentra en un entorno hostil, con un rey malvado y con ejecuciones día tras día, continúe hablando con una jerga del siglo XXI que no entiendo ni yo.

Que busque en todo momento ser el centro de atención.

Que se meta con calzador referencias culturales modernas como el baile, el boxeo o el fútbol americano.

Que haya personajes sin ningún tipo de lógica. (Ejemplo: ¿Quièn es el caballero que protege al rey?, ¿qué quiere?, ¿por qué es malo?, ¿por qué tira al rey?, ¿qué busca?).

Que sea una tontería tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan grande que Lawrence, que en su vida tocó una espada, venza al mejor guerrero del reino gracias al baloncesto y al golf.

Pero sobre todo, que hayan basado la película en tontería de Lawrence tras tontería de Lawrence tras tontería de Lawrence sin dar sentido a nada más, hace que incluso a un amante empedernido de los viajes en el tiempo se defraude con El caballero negro.