Y sigo pensando lo mismo que antes de verla, oportunidad desperdiciada como otras tantas, en aras de sacarse unas perrillas fáciles.

Resumiendo a lo esencial.

La imagen de Conan es Schwarzenegger. Es verdad que el comic es lo original, pero para casi todo el mundo la identificación es total. Es más, si no fuera por la peli del Chuache, a Conan le conocían cuatro gatos. Ver a un Conan diferente ha sido como si escucharámos a Darth Vader con otra voz que no fuera Constantino Romero, o hacer un Rambo con otro que no fuera Stallone.

A partir de ahí, y sabiendo que esta peli no se sostiene con diálogos ni interpretaciones, se empieza a ver con cierta resignación. Se intenta aceptar como sucedáneo, pero con arcadas.

El problema es que uno no se puede olvidar del original, y esto es una losa muy pesada. Puestos a conseguir algo efectivo, y a utilizar los efectos digitales cuando son necesarios, la peli hubiera sido muy diferente con una maquillaje digital para lograr un Conan virtual que fuera el Chuache. Como en Tron, o Benjamin Button.

Pero tenemos lo que tenemos, y así lloramos. también nos olvidamos de la BSO original - ni más ni menos que una de las mejores de la historia - y al final nos quedamos con una peli donde hay un tío que se dedica a repartir con ganas - nos dicen que es Conan - con una música que no es la de Conan, y, bueno, una historia que es más o menos reconocible.

Lo que me fastidia en el alma, es que Conan del Chuache tampoco es la pera limonera. Es mejorable. Podían haber cogido lo mejor de aquella para mejorar el mito, y estos pollos han decidido ignorarlo con una arrogancia increíble, para mandar al mercado un producto para olvidar.

Vamos en la línea de los últimos años.