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España España · Barccelona
Voto de EL ALBATROS:
8
Drama En el año 1944, durante el horror del campo de concentración de Auschwitz, un prisionero judío húngaro llamado Saul, miembro de los 'Sonderkommando' -encargados de quemar los cadáveres de los prisioneros gaseados nada más llegar al campo y limpiar las cámaras de gas-, encuentra cierta supervivencia moral tratando de salvar de los hornos crematorios el cuerpo de un niño que toma como su hijo. (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2018
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 27 de Enero fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, Día de la conmemoración en recuerdo de las víctimas del Holocausto. Fue un 27 de Enero de 1945 cuando las tropas soviéticas liberaron el campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz (Polonia). “El hijo de Saúl” en 2016 fue reconocida con numerosos galardones a nivel mundial, como la mejor película del año y TVE2 ha tenido la gentileza de proyectarla anoche en homenaje a las víctimas y también como reflexión interesante de ese auge nacionalista periférico que tenemos en nuestro país, esos exacerbados nacionalismos que llevaron a Europa en dos ocasiones a la destrucción masiva y que unos cuantos descerebrados irresponsables, quieren abocarnos otra vez a una nueva balcanización de Europa mientras el ladino Putin (ex jefe del KGB) se frota las manos, intentando pescar en rio revuelto.

Se trata de una inmersión dantesca en un campo de exterminio de seres humanos, en las repugnantes labores que asumían algunos judíos para salvar la vida, trabajando para sus opresores en preparar el cargamento de prisioneros para ser gaseados. Làsló Nemes, ayudante de Bela Tarr en Hungría realiza una cinta pegado con la cámara al cuerpo de su protagonista, condicionando el relato a su obcecado punto de vista. Desde el principio seguimos permanentemente a Saúl, donde su compungido rostro y su desgarbada figura nos va mostrando en vertiginosos planosecuencias escenarios dantescos, alaridos y toda una coreografía aberrante de angustia y muerte, haciendo presente el horror sin pretender caer en lo obsceno. Son imágenes descriptivas que el cineasta filma para transmitirnos aquel infierno, cuyo McGuffin que diría Hitchcock, entre esos sonidos que producen nauseas, es la obsesión de Saúl por dar sepultura a ese niño.

Es el pretexto del que el cineasta se sirve, el de un hombre aferrado a un cadáver que va recorriendo el campo de exterminio sin rumbo fijo, en medio de una locura permanente. Asistimos a lo que se denominó Shoah (Solución final), pese a que el film no lo especifica en ningún momento, estamos en Auschwitz, aunque hubo otros escenarios de dolor y sufrimiento, Sobibor, Treblinka o Majdanek. Quizás porque allí se perfeccionó hasta extremos inimaginables la industria del exterminio y de forma indirecta la cinta de Nemes alude a los procedimientos de la SS. Se trata de un desafío notable contar de manera moral y creíble este horror, tras tantas películas y documentales verdaderos como los que filmaron los aliados al liberarlos. Y creo que Nemes sale airoso, una película original y sin prejuicios, plagada de escenas escalofriantes con un rotundo desprecio a las actuales modas y tendencias del cine de hoy. El cineasta demuestra, que en ocasiones, no hay mejor forma de transgredir los límites de la cultura de lo políticamente correcto, que ser uno mismo y hacer gala de esa personalidad propia hasta sus últimas consecuencias. Una experiencia altamente subjetiva, casi abstracta, pero es bueno conocer el horror para poder combatirlo.
EL ALBATROS
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