El cineasta georgiano Alexandre Koberidze afincado en Berlín nos presenta su segundo largometraje, una película difícil de catalogar, porque no tiene un solo género, es una mezcla de muchos de ellos y diferentes estilos y formas. La cinta tuvo su presentación oficial en el Festival de Berlín y aquí en nuestro país se pudo disfrutar antes de su estreno comercial en el Festival de cine de Sevilla, donde estuvo en la Sección oficial, llevándose el premio a la mejor Fotografía.

La película nos presenta una pregunta ya en su título ¿Qué vemos cuando miramos al cielo? , en ningún momento tiene respuesta, ni falta que le hace, aunque prácticamente no tiene guion si tiene una pequeña trama, Lisa, estudiante de medicina y trabajadora en una pequeña farmacia tropieza de forma casual en la calle con Giorgi, futbolista profesional. Al golpearse ella pierde su libro y él lo recoge. Más tarde vuelve a tener un encuentro fortuito y finalmente deciden concertar una cita para el día siguiente. Pero tal y como nos dice en narrador de la película ambos sufren un maleficio y se despiertan el día siguiente con un aspecto completamente diferente, por lo que la cita no podrá llevarse a cabo, o sí, eso los descubriremos durante el visionado completo.

Desde ya tengo que decir que la película es un regalo para el espectador, el director consigue con cada plano una experiencia única, consigue llevarnos al cine de otros tiempos, como pueden ser las películas mudas, el cine de los sesenta y los setenta o incluso el documental más conservador. La época donde se desarrolla la trama es indiferente, no nos quiere decir cuando se desarrolla, lo único que sabemos es que se desarrolla en la ciudad de Kutaisi y que se está celebrando un mundial de Fútbol a la vez.

Otros aspectos fundamentales de la película son la música y el estupendo trabajo del director de fotografía (mezclando digital con 16mm). Estamos ante un auténtico cuento de hadas, lleno de magia y que trasmite un continuo estado de felicidad durante su visionado. La figura del narrador, los niños jugando en la calle e incluso los distintos perros que salen le dan sentido a todo este juego que presenta Koberidze.

Cuando todo parece que va encaminado a la pareja, vemos que aparece una nueva línea narrativa, protagonizada por un realizador, un director de fotografía y un fotógrafo que están buscando a una serie de parejas para hacer una película. En definitiva, estamos antes una de las mejores películas del año, no es fácil de recomendar, pero si entras en ella, disfrutarás como un enano.

Lo mejor: Su estructura narrativa, la música y la fotografía.
Lo peor: Que pasará completamente desapercibida por la cartelera

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net