"Esto" hay que verlo para creerlo. Esta película para mí es la obra maestra de Uwe Boll, por mucho que os cuente lo cutre que es, o lo inmunda que resulta para el espectador su visionado, no os podéis hacer una idea porque no hay palabras suficientes para describir este Truñaco nauseabundo. Uwe Boll es un majara que financia sus propias películas, las cuales van siendo cada año más caras y contando con más y mejores actores. Nadie en el mundo se explica cómo es posible que este individuo siga haciendo cine tras las aberraciones que ha rodado y las despiadadas críticas que recibe.

El filme es totalmente plano y sin sentido, lleno de tías buenas y macizas, de maromos subnormales que las acompañan, de un guión absurdo que no hay por donde cogerlo y de unos efectos especiales impensables de lo cutres que llegan a ser. La acción tarda en llegar en esta cinta, pero tu espera se ve recompensada con creces cuando lo hace, porque llega la gran escena del tiroteo, el alma de este filme. Aquí es donde puedes disfrutar del cine de Uwe Boll en estado puro, es decir, violencia a mansalva, música techno a toda pastilla, uso del “tiempo bala” de Matrix hasta el infinito, giros de cámaras alrededor de los personajes, y zombies saltarines y voladores. Esta vez no se corta ni te deja con la miel en los labios, como con los Orcos ninjas en la película de en el nombre del rey, aquí los zombies saltan como canguros, vuelan como Michael Jordan cuando daba un mate desde la línea de personal e incluso algún personaje de los principales también se une a la fiesta en este sentido. Un despropósito de inmensas proporciones.

Únicamente se puede destacar de esta "película", que te alegras la vista con Erica Durance en tangas (a pesar de que todavía no había pasado por el quirófano del cirujano plástico que la transformó en la despampanante mujer que vemos en Smallville) y con el modelito tan sugerente que viste Ona Grauer. También, y todo hay que decirlo, que te ríes de lo lindo viendo este subproducto aunque no sea una comedia.