La película no es nada del otro mundo, como ya se figurará el amable lector de esta crítica, pero siempre se ve con una indulgente y sana sonrisa en los labios. El film es delirante, esperpéntico, irónico y de un humor bastante grueso. Cuenta con un guión y unos diálogos realmente ingeniosos y geniales, y con unas situaciones típicamente americanas.
Sin embargo, cumple exactamente y con creces con la finalidad ideada por sus creadores, entretener al espectador con una buena comedia ambientada en la actualidad. Los y las intérpretes también cumplen su cometido dignamente, destacando un monstruo de actor llamado Alan Arkin, el solo se come la pantalla.
Conclusión, 100 minutos de sana evasión y para reír de oreja a oreja, la recomiendo a los espectadores sin complejos.