La sobriedad es lo que mejor define a esta película, que a través de un diario nos ilustra sobre los sentimientos de un ser humano, en este caso un joven cura, que vive entregado a una causa que es su fe. Su vida es de una austeridad total, intentando dar claridad a su mente incluso se limita la comida a la mínima expresión, pero es una persona de salud frágil y además el ambiente de su parroquia es totalmente hostil a él. Cuando las fuerzas le fallan le acechan las dudas y su sufrimiento crecerá.

Bresson compone esta obra economizando medios y con sencillez, pero la conduce con una gran fuerza y claridad de ideas logrando entrar de lleno en el alma del protagonista.
Por supuesto que no es ni mucho menos una película religiosa, es profunda y absolutamente humana.