Travolta se mueve y se desenvuelve como pez en el agua, tanto en la pista como fuera de ella, pero es lo único que vale la pena del film, ya que el resto de elementos, sobre todo el desarrollo son insufribles, hasta el punto de no saber si estás viendo una película o la telenovela de turno de las 4 de la tarde.

Voy a rescatar la mítica secuencia en la discoteca donde todos comienzan a “danzar” al son de la música de los Bee Gees guiados por un Travolta pletórico, otro gran punto a su favor, esa coreografía de finales de los 70, pero poco más, ya que el exceso repetitivo de las canciones de los Bee Gees se hace cansino, y es que no puede estar sonando durante 120 minutos las mismas 5 canciones.

En fín, se deja ver, se hace larga, pero trae buenos recuerdos a este cuarentón, 6/10