Siendo aficionada a lo lolitesco, no es de extrañar que me interesara también por la versión masculina, que en el caso que nos ocupa se encarna en Tadzio, de "Muerte en Venecia". Y lo cierto es que Visconti tenía (¿tiene?) muy buen gusto, porque el rostro de Tadzio no se me borró nunca de la memoria desde la primera vez que lo vi.

Sin embargo, su belleza, al menos para mí, nunca llegó a eclipsar totalmente a la persona que era detrás del personaje. Es decir, que aunque me fascinaran su rostro y sus caracoles rubios, sólo se quedó en eso, en una fascinación estética. No sentí el impulso de convertirle en ídolo, de negar su verdadera personalidad con tal de que fuese nada más ni nada menos, por siempre jamás, que el Tadzio en "Muerte en Venecia".

Es por eso que, a pesar de la gran calidad técnica del documental, no conseguí conectar con el hilo argumental del mismo. Me costó empatizar con el sufrimiento del actor, puesto que, a mi parecer, solo se contaba una historia más como cualquier otra, con todos sus traumas y cargas. Llegó a resultarme ciertamente aburrida en ocasiones. No conseguí entender el objetivo del documental. Sólo vi una narración acerca de su vida personal, y punto.

En cualquier caso, leí en otra crítica que había que ver el documental como una forma de convertir a Björn en una persona en vez de Tadzio. Y, aunque en mi caso no fue necesaria la conversión pues jamás dejé de verle como persona, creo que puedo entender que sirva para todos aquellos que sí llegaron a idolatrarle, negando su personalidad original. Y lo digo por experiencia propia pues mi película preferida es "Lolita" (de Adrian Lyne), en la cual sale la jovencísima (prácticamente tendría la misma edad que Björn cuando hizo "Muerte en Venecia") Dominique Swain, que me fascinó, encantó, enamoró, etc... hasta el extremo de ser incapaz de poder (o siquiera querer) ver a la verdadera persona que era detrás de su personaje. Y la verdad es que es algo que no es para nada bonito. Teniendo en cuenta que Dominique Swain es prácticamente una desconocida, Björn Andersen debe estar sufriéndolo a una escala mil veces mayor con toda seguridad. Así que comprendo perfectamente que se muriera de ganas de contar su historia de una vez por todas y superar el trauma de "Muerte en Venecia", a la vez que intenta también enfrentar y superar los demás traumas de su vida, tal y como vemos que hace activamente a lo largo del documental (sigo en spoiler)…

EDITO: pensando en este diálogo que mantuvieron la hija de Björn y éste...

-Cuando era pequeña, hasta mi adolescencia, siempre me estabas diciendo: "Si alguna vez hay algo que quieras saber, sólo tienes que preguntármelo". Cuando estabas borracho eras tan críptico. Y nunca supe cuál era la pregunta de la que hablabas. ¿Es que querías que supiera lo que te había pasado?
-No quería que estuvieras sola. Y si había algo que quisieras saber... entonces te habría contado, si no la verdad, al menos mi versión de la historia, por así decirlo.

Y recordando lo que contó Björn sobre el hermetismo total de su entorno en todo lo que respecta a hechos traumáticos con altísima carga emocional, ahora tengo la impresión de que el documental también es una crítica a la forma de vivir de las sociedades nórdicas, que en vez de expresarse libremente y compartir los traumas lo que hacen es forzar a que cada uno los viva para adentro, de manera individual, generando así una sensación de irrealidad, de soledad profunda, que puede ocasionar desequilibrios psíquicos que pueden llegar a ser importantes.

Si me tuviera que quedar con algo del documental, sería la reflexión interesantísima que hace Björn en un momento dado, la que he puesto en el título de mi crítica. Y es que es verdad, lleva toda la razón. Es por eso que me encantan los documentales, hay mucha sabiduría en ellos.