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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
6
Aventuras. Ciencia ficción. Acción. Terror Ambientada hace 300 años en la Nación Comanche. Naru es una joven guerrera, feroz y altamente hábil, que se crió a la sombra de algunos de los cazadores más legendarios que deambulan por las Grandes Llanuras. Cuando el peligro amenaza su campamento, se dispone a proteger a su gente. La presa a la que acecha y, en última instancia, se enfrenta, resulta ser un depredador alienígena evolucionado con un arsenal técnicamente avanzado, lo que ... [+]
8 de agosto de 2022
42 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como tu tiempo es valioso, iré al grano.
1) Sí, es la mejor película de la franquicia en 30 años, lo que tiene CERO mérito. Mearse en el plato de sopa de la abuela es mejor que el aborto guionizado por Robert Rodríguez o que el chiste sin gracia de Shane (o shame) Blake.
2) Es otro ejercicio de pura "agenda" Disney: La prota es, cómo no, una mujer y “racializada”. Vaya, qué inesperado. Pero espera, que te concreto: una Mary Sue de libro, guapa a rabiar, que lucha como Dios, más lista que nadie y que siempre tiene la razón, entre tíos completamente imbéciles. Les ha faltado hacerla lesbiana para el combo.
En fin, me ahorraré los sarcasmos por un rato e iré a lo que interesa. ¿En qué acierta la película? Lo fundamental: en el reparto y en el guion.

En efecto, y es de agradecer, el reparto principal está a la altura, entregando interpretaciones más que solventes. Midthunder me ha gustado, y no solo por su agradable careto: aunque, como la mayoría de actrices jóvenes, tiende a sobre-gestualizar y abrir los ojos como si les estuvieran haciendo una colonoscopia, lo cierto es que tiene carisma y transmite. En cuanto al guion… Pues eso: tiene un guion, y con eso ya supera a las anteriormente citadas.

¿Y en qué falla? Te lo resumiré en una palabra: Disney.
Cuando al filósofo marxista Theodor Adorno, que venía huyendo del nazismo, le preguntaron cuál era el hombre más peligroso del mundo, espetó sin pestañear que Walt Disney. Y anda que no era listo el cabrón.
En efecto, la Disney, expresión más pura del decadente capitalismo post-industrial americano y sus hipócritas valores prefabricados, se empeña película tras película en meternos su puñetera ideología woke y su buenismo maniqueo directamente en la garganta hasta hacernos el cerebro fuagrás.

Vamos con el festival de tópicos: Por supuesto, y para empezar, los indios son sabios y prudentes, están en contacto con la naturaleza y blah, blah, blah… Qué te voy a contar a estas alturas, ¿que los blancos son todos unos hijos de puta? Premio para el caballero. Pero, tranquilos; que son franceses. Y como todo el mundo odia a los franceses, no hay damnificados. Y tiene gracia, porque, aunque siempre he sido más de “indios” que de “vaqueros”, lo cierto es que los comanches no son recordados precisamente por su buenrrollismo hippie, sino por practicar con sus prisioneros, incluidas mujeres y niños, las más atroces torturas imaginables. Pero no, tranquilo; esa parte Disney no te la cuenta.

En cuanto a la vertiente de género, lo esperable: mucho empoderamiento. A nuestra chica ningún machirulo le dice cómo debe vivir; ni siglo XVI ni hostias. Y, por supuesto, nuestra prota es Dios. Las cabriolas, movimientos “ninja” y patadas voladoras que mete no se las he visto ni a Bruce Lee. En el mundo real, una mujer evitaría enfrentarse directamente con un maromo que le triplica en tamaño y optaría siempre por el combate a distancia con armas arrojadizas. Aquí empieza...Y a mitad de peli entra en estado berserker: Enemigo que ve, esto que coge carrerilla y le hace un placaje a la cintura en plan futbol americano. Y sí, también al predator.

En efecto, tengo un grave problema con las coreografías de los combates: están diseñados para que ella (no el combate) luzca. Y mire usted, si incluso un armario empotrado como el ‘Chuache’ no tenía nada que hacer en una lucha directa con el primer predator, que “miss pradera” parezca aguantar el tipo en un intercambio de hostias con un alienígena de tres metros me saca de la película.

Tanto, por cierto, como me saca la sangre digital. Y es que la película tiene dos almas contradictorias. Mientras que en la primera hora, y como cabe esperar de la ponzoña Disney, se EVITA mostrar explícitamente cualquier muerte y la poca sangre que vemos es completamente digital (lamentables efectos que ni Alien 3, oiga), en la última media hora la película, y hay que reconocérselo, nos regalan algunas escenas francamente crudas y que dejan poco a la imaginación. ¿Cambio de instrucciones de los jefazos a mitad de rodaje?

En cuanto el final, previsible y ramplón. Sin un ápice de la mala baba o ambigüedad que caracteriza la saga.

En resumen. Podría haber sido una gran película (como lo podrían haber sido la trilogía de Star Wars o las ultimas de Marvel). Pero la perniciosa mano de Disney y su obsesión por lo políticamente correcto e ir a lo seguro, no sea que si arriesgan pierda algún dólar, arruinan todo lo que tocan, y esta no es una excepción. Se queda en un “meh”, en un “decente”, en un aprobado voluntarioso.
Jinete nocturno
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