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España España · Madrid
Voto de Pedro:
9
Drama. Romance Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers) es un ambicioso y joven profesor de tenis con escasos recursos económicos. Gracias a su amistad con Tom Hewett (Mattew Goode), consigue entrar en la alta sociedad londinense y enamorar a su hermana Chloe (Emily Mortimer). Tom, por su parte, sale con Nola Rice (Johansson), una atractiva americana, de la que Chris se encapricha nada más verla. El azar, la pasión y, sobre todo, la ambición llevarán a ... [+]
6 de diciembre de 2005
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen inicia una magnífica metáfora partiendo de la pelota de tenis que choca contra el borde de la red, y la cierra casi dos horas después en una brillante secuencia junto al río en la que convierte el azar, la suerte, en protagonista. Pero no sólo la suerte es protagonista… En la primera aparición en pantalla del tenista, sus lecturas de Dostoievski parece que serán también premonitorias: “Crimen y castigo”. Sin embargo, para saberlo con certeza será imprescindible ver hasta el último segundo del metraje en el que nos mezcla un variopinto cóctel de azar, culpa, amor, lujo, egoísmo, infidelidad..., cuyo sabor no terminaremos de identificar hasta el mismo final.

Excelente guión desarrollado en clave dramática que a través de una narración con tintes costumbristas nos retrata el entorno de la alta sociedad londinense, pero sin olvidar ciertas dosis de humor, aunque en este caso más frío, fruto del sarcasmo y no de la fina ironía propia de otros trabajos del director. Humor casi negro que se hace hábilmente más patente según se desarrolla el desenlace tras el inesperado giro argumental que transforma la historia en la más pura intriga y suspense hitchcocknianos. Así el espectador en unos trepidantes veinte minutos finales acaba sorprendido, zarandeado, apabullado y finalmente exhausto de admiración por todo lo que acaba de plasmarse en su retina.

Si bien hay poco realmente novedoso en la historia que se nos ha presentado, e incluso el argumento recuerda en algunos aspectos a “Delitos y faltas” –muy buen trabajo de Allen con varias nominaciones al Oscar en 1989–, es el tratamiento y la forma de desarrollar la narración, junto al lenguaje cinematográfico empleado que mezcla con gran solvencia los ya mencionados estilos –costumbrismo dramático, ocurrente sarcasmo e intriga de la última parte redondeando la trama–, lo que hacen que “Match point” brille definitivamente con luz propia diferenciándose del resto de la filmografía del autor –más proclive en otras ocasiones, tanto en comedia como drama, a la reflexión filosófica en voz alta, el humor fino, los diálogos fluidos, y la excentricidad de muchos de sus protagonistas–.

Muy eficiente dirección de actores, como es habitual en todos los trabajos de Allen, que hace que estos sobresalgan en sus papeles dando todo de lo que son capaces. Reconocimiento especial merecen tanto la interpretación de Jonathan Rhys Meyer como la magnífica sensualidad de mujer fatal acompañada luego con desesperación de Scarlett Johansson.

Con “Match point”, cambiando Nueva York por Londres, la música de Gershwin por la ópera, Woody Allen deja claro, salvo para quienes obcecados no se quieren enterar, que la genialidad que alcanzara su más alta cota con “Manhattan” en 1979 sigue de su lado, y que la pelota tras dar en la cinta ha pasado la red en 2005. Ya veremos cuántos premios cinematográficos nos depara esta película, pero de momento: juego, set y partido.
Pedro
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