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España España · Albacete
Voto de Juan Pablo:
6
Thriller Martin Behrens trabaja para el Servicio de Inteligencia Federal Alemán (BND). Un día recibe información de uno de sus contactos que conduce a un ataque con un avión no tripulado contra un terrorista buscado por el gobierno de Zahiristán. Su vida rápidamente se sale de control cuando, unos días después, terroristas atacan un restaurante de Múnich en represalia por el ataque de un avión no tripulado. Martin intenta averiguar quién es el ... [+]
13 de noviembre de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que hiciera en su ópera prima ‘Cuando fuimos reyes’, el director Philipp Leinemann sitúa la acción de su segundo largometraje ‘El final de la verdad’, en un país imaginario. Un lugar indeterminado con el que enfatizar lo impersonal de un entramado de intereses de carácter universal.

Un agente del servicio secreto alemán, al que interpreta Ronald Zehrfeld, actor que dice más a través de su poderosa mirada que por los diálogos, verá comprometido su futuro tras participar en una operación de inteligencia.

Una acción quirúrgica mediante un dron que acaba con la vida de un islamista, origina una respuesta terrorista en territorio germano. A partir de ahí, ‘El final de la verdad’ se desenvuelve por los terrenos del thriller conspiranoico. Con estilismo propio del cine de serie B, Leinemann construye una historia competente.

Más allá de la mayor o menor verosimilitud que le demos al armazón argumental que presenta, lo cierto es que sabe mantener el interés. Los giros de guión nunca se salen de una ortodoxia a la que se agarra en último término.

Sin embargo, Leinemann no consigue elevar al conjunto, las atrayentes partes en que se desgrana la historia. Los oscuros intereses de empresas que siguen a los países en sus acciones exteriores, en la búsqueda de suculentos contratos; la doble vara con que se miden las dictaduras, en función de los recursos por explotar, la confusión entre lo público y lo privado, para beneficio siempre de los mismos; la difícil conciliación familiar de un espía al borde de convertirse en un juguete roto, son mimbres suficientes para montar un cesto que se queda a medias.

El mal menor, lo menos malo se impone como reflexión amarga frente a eso tan hetereogéneo llamado razón de estado, y sobre la cuál se esconden no pocas injusticias y crímenes. Puede que ese sea no el final de la verdad, pero sí su precio.
Juan Pablo
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