Cada año que pasa, me encanta más Matt Damon como actor, su madurez delante de la pantalla es extraordinario, haciendo suyo cada uno de los personajes a los cuales interpreta. Muy creíbles todos.

Con cuestión de sangre nos trae a un hombre solitario, poco hablador, muy serio y el cual emplea casi todos los minutos libres en trabajar o estar ocupado haciendo algo. Apenas se relaciona con las personas, no tiene vida social.
Pero si tiene un problema y gordo del cual se debe ocupar. Una hija en prisión la cual se declara inocente y cuya abogada está muy limitada en cuanto a ideas y pautas a seguir para conseguir que se revise de nuevo el caso.

En una de sus visitas a Marsella (Francia) para ver a su hija, ésta le cuenta que ha descubierto una pequeña pista en forma de comentario de un chico que estuvo con ella la noche del asesinato de su compañera de piso. El personaje de Matt comienza a mover los hilos en todos los sentidos, a veces a través de los medios legales y otras no. Es ahí cuando conoce a una chica que lo ayudará en su cruzada, a sabiendas que no será nada fácil. Y cuenta con su pequeña hija, la cual adora a Bill.

Bill se encontrará muchas puertas y ventanas cerradas en su misión, pero no se dará por vencido, aunque muchas veces tenga que poner en peligro su integridad física.

La historia es bastante entretenida y amena, con un comienzo espectacular y un ritmo muy afinado, pero el último tercio se vuelve un poco tosco y lento y embarullado, que no quita que la peli se vuelva mala, sino que deja de mejorar. Aún así me gustó mucho el giro final entre padre e hija.