El título de la crítica va en relación a una opinión muy personal. Me encanta James Stewart, pero reconozco que tiene películas donde su personaje se excede de moñas y se carga por momentos el producto final.


Sin embargo de algo le tendría que servir ese carácter forjado como bombardero durante la Segunda guerra mundial, donde llegó a ser General de Brigada. En muchas de sus actuaciones esto queda reflejado en pantalla, su forma de hablar, de colocar el cuerpo para intimidar, de dar una orden que se haga oír y de enfrentarse al enemigo con valentía.

El hombre de Laramie es un western diferente, más de nuestra época que de los años 50. Un capitán del ejército pierde a su hermano en un enfrentamiento con los indios, pero estos estaban bien armados con rifles de repetición y su misión será seguir la pista de estos rifles para dar con el responsable de su venta a los asesinos. Para ello llegará a un pueblo donde existe casi un señor feudal que manda sobre todo y sobretodos y cuyo hijo es un alocado y desquiciado joven más presto a sacar la pistola de la funda y disparar, que a entablar una conversación. Y a su lado estará el capataz de su padre, quien no solo se disputa el afecto del jefe en disputa con su hijo, sino también sus muchos bienes. Entre tanto notaremos como se iban delimitando los terrenos en los diferentes condados y la violencia que se era capaz de poner en marcha para proteger lo que se consideraba como propiedad. Pocas veces veremos un western con este mensaje.

El efecto intriga sobre los rifles nos recuerda al mejor cine de intriga por momentos y realmente funciona perfectamente hasta última hora, el director se encarga de no mostrar sus cartas tan pronto al espectador, cosa que se agradece bastante. Rodar por primera vez en cinemascope otorga el privilegio de ver la película de forma panorámica y disfrutar en toda su esencia de los pasajes naturales. Muchas escenas a caballo, por caminos angostos y peligrosos que aumenta la tensión de dichas escenas. Una gran rapidez en montar un pollo de violencia a la mínima, esto mantiene al espectador siempre alerta porque no esperará jamás el próximo movimiento de nuestros protagonistas.

Un western para enmarcar.