Esta película tiene una moraleja muy famosa, la que cito en el título de la crítica. Y es una pena la verdad, ver como cuando uno intenta ir por el buen camino...acaba de la peor manera.

A día de hoy lo podríamos comparar con futbolistas, cantantes o actores de cine, que despiertan la admiración por donde quiera que vayan. Un autógrafo, una fotografía, una simple conversación o tan solo un saludo, sería motivo suficiente para presumir ante amigos y amistades. Pero en el western no son las cosas así muchachos. Allí no se rendía culto a un buen cantante, a un actor de teatro o un gran escritor, lo que realmente atraía al público eran los pistoleros. Al igual que hoy día en el mundo del fútbol existe la disputa de quien es mejor si Messi o Cristiano Ronaldo, en el oeste la cuestión era quien estaba en posesión del título del pistolero más rápido. Pero no todo era positivo. A la par de la admiración que despertaba en los demás, se unía de igual forma el afán por conseguir esa posición, con lo cual los duelos con el más rápido estaban a la orden del día, haciendo la vida de estas personas un continuo tiroteo y acumulación de cadáveres.

Pues Henry King nos trae la historia de Jimmy Ringo el mejor pistolero del momento, quien a sus 35 años y cansado de esa vida, decide acudir al pueblo donde vive la mujer a la que ama y su hijo al cual no conoce. El camino parece sencillo y tranquilo, pero la fama de su nombre lo persigue y allí donde va, siempre aparece el oportunista de turno que quiere saltar a la fama por haber matado a Ringo. Sin quererlo se ve envuelto en un tiroteo del cual tiene que salir huyendo para no caer en manos de tres hermanos sedientos de venganza. Los cuales no descansarán hasta matarlo. Lo cierto de la historia es que más no se puede contar en menos tiempo, apenas transcurren 24 horas durante todos los acontecimientos que veremos, pero todo de forma muy intensa. Me ha encantado el no abusar de tiroteos, algo típico en este tipo de género, sino enfocar la historia en lo personal, en ver los esfuerzos que hace una persona para llevar una vida normal, cuando cuenta con un pasado violento. Quizás algunos la encuentren un poco sosa, no hay mucha violencia, no ves a ningún indio, no hay fiestas ni bailes, ni bailarinas de can can, pero la historia no lo necesitaba, ni mucho menos.

Hablemos del reparto. Peck está genial, sosegado cuando lo requiere el asunto y más agresivo cuando debe sacar el lado oscuro. Me ha llamado mucho la atención la forma de desenfundar, ya que normalmente la culata del revólver va hacia atrás y él la lleva hacia adelante y saca de la funda derecha con la mano izquierda, curioso la verdad. Millard Mitchell soberbio es su nueva vida de "sheriff", dando muestras de cordura, sensatez y sobriedad. Helen Westcott está guapísima pero es una pena su corta presencia en dicha historia. Volver a ver a Karl Malden siempre es un placer, que buen rollo transmite siempre este actor.

A mi me ha gustado el final, después de todo esta historia no se merecía un final ñoño.