Hace casi 55 años que se rodó la película y seguramente serán pocos los actores que aún siguen con vida, pero si se trasladaran al siglo XXI y al año 2015 se asombraría de lo que ha avanzado la sociedad en cuanto al tema que nos trae en esta película.

Increíble hasta donde puede llegar el ser humana cuando la obsesión supera la razón. Asombro aparte y mucho más tratándose de un hecho real, me ha gustado todo sobre esta grandísima historia. Es tan grande, que a pesar de la parte cómica que le inyectan Tracy, March y Kelly, no le resta ni un ápice de seriedad al motivo concreto de la disputa.

Un profesor que enseña el evolucionismo sobre las ideas de Charles Darwin es apresado y encarcelado por ir en contra de los ideales de la creación del mismísimo Dios. Comprobaremos como no solo lo rechaza el pueblo donde vive, sino que consigue poner hasta a su prometida y a su futuro suegro en su contra por su forma de pensar. Esto hoy día no tendría cabida en nuestras mentes. Ante esta situación aparece un sobradísimo Spencer Tracy, quien una vez más ejerce de abogado, un personaje que repite una vez más y donde su don de gente y sus dotes de actor hecho y derecho nos dejará una magnífica interpretación. Por otro lado Frederic March será el antagonista de Spencer, con un poder mediático sobre la población de dicha zona y el cual domina el tema religioso del cual se vale para sacar partido. Veremos la evolución de este personaje en la historia, donde se va auto destruyendo sin dar el brazo a torcer. Gene Kelly quizás no haga ni un solo baile, ni falta que le hace, pero nos dejará un personaje muy creíble en cuanto a la realidad se le supone y digno de recordar por años. Dick York más conocido por la serie Embrujada será quien se siente en el banquillo de los acusados por defender la enseñanza libre.

Dos horas de puro cine de sala de juicios, con dos partes enfrentadas y unos diálogos inteligentes, directos y por momentos simpáticos.

Muy recomendable.