La ópera prima de Juanra Fernández es una película de terror psicológico con algunos aciertos que se van diluyendo conforme avanza el relato y termina abruptamente y con poco sentido.

Ana (Ona Casamiquela en su habitual inexpresividad), es una estudiante que no tiene dinero para pagarse el viaje de fin de cursos y ante la negativa de su madre de ayudarla con el dinero decide ofrecerse a un trabajo de baby sitter de una niña.

Apenas llegar a la entrevista Ana presiente que algo anda mal, la inquietante presencia de la madre (Luisa Gavasa) no la hace sentir cómoda y cuando conoce a Elisa, una joven vestida como niña (Ana Turpin) a la que deberá cuidar decide que es mejor irse, pero la madre no habrá de permitirlo pues lo que ella quiere es una muñeca de carne y hueso para su hija.

Ana será sometida por Elisa mientras una amiga y el novio la buscarán ante su repentina desaparición, volviéndose el filme un ejercicio de estilo claustrofóbico pero que no consigue siquiera inquietar por diferentes razones.

Fernández nunca consigue el tono adecuado en sus intérpretes principales, las cuales se pierden entre la ya mencionada inexpresividad de Casamiquela y el desborde actoral de Turpin, la única que logra meterse de lleno en el tono que el relato requería es Luisa Gavasa como la madre, pero su participación es demasiado breve notándose sobremanera su ausencia.

Además, el guión presenta bastantes huecos y situaciones forzadas que atentan contra el verosímil de la historia, como ejemplo el muy gastado recurso del vagabundo que anticipa que algo mal sucederá. Por otro lado hay que decir que aunque la puesta de cámara de Fernández es acertada, con una buena utilización del espacio donde se desarrolla la historia, lo que se cuenta va perdiendo interés por las constantes fallas ya mencionadas; otra película de terror que se queda por debajo de la expectativa.