Grbavica es un barrio de la capital de Bosnia, Sarajevo, donde transcurre la historia de una madre (Esma, brillantemente interpretada por Mirjana Karanovic) con dos trabajos para poder llevar adelante su vida con su hija Sara sin padre. Esconde un gran secreto, pero un secreto hacia su hija, un secreto que produce mentiras para ocultar un dolor insoportable e interminable. Acude a reuniones de autoayuda pero sin hablar, sólo escuchar, el dolor es tan profundo que no encuentra el momento de hacerlo.
De nuevo, nos encontramos ante otra peli contundente sobre esas malditas consecuencias de lo que fue una guerra, la guerra de Bosnia en este caso, donde los derechos humanos se hacen trizas, pedazos que se convierten en nada y, lo que es peor, ante la mirada de reojo de los demás países, sabiendo lo que estaba pasando y sin mover un ápice insignificante de ayuda, cuando más adelante sí se hizo pero demasiado tarde.

20.000 es el número aproximado o calculado del total de mujeres violadas en el transcurso de la guerra, creando incluso la vergonzosa e infame definición de centros de violaciones y Esma fue una de esas mujeres, fue de unas tantas que tuvieron que parir a su hijo/hija y engañarles diciéndoles que su padre fue un ‘shahid’, o sea, un mártir de guerra en la cual este hijo/hija pueda sentir un gran orgullo familiar. Pero toda mentira desvanece y, finalmente llega la verdad, y cómo decirla, y cómo expresarla. Todo al final tiene que salir mis queridos compañeros cinéfilos, es muy duro pero posiblemente sea lo mejor.
Este film trata de todo esto, lo que sí un servidor encontró que la narrativa flojeaba fue la relación que entabla con un compañero de trabajo, no acaba de definirse en ninguna escena y la encontré inadecuada por la manera de cómo se estaba tratando.
Tan contundente como el premiado film en los últimos Goya ‘La vida secreta de las palabras’ de Isabel Coixet con el mismo trasfondo, sólo silencio, sin banda sonora, casi como viniendo de un mundo feérico y también diría con ciertos parecidos a la última ganadora de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián ‘Optimistas’, notable film que nos hacía mirar la parte digamos alegre de las consecuencias de una guerra pasada.

La directora Jasmila Zbanic consiguió el Oso de Oro para su film en la última Berlinale, merecida, sobretodo, para no hacernos olvidar lo que pasó durante aquellos años y que, desgraciadamente, pueda seguir en un futuro muy cercano en otros países y nosotros poner la mirada de reojo.

El 9º pasajero