Una cinta de metacine de lo más peculiar que nos introduce en la vida de un chaval (Austin O’Brien), que perdió a su padre y vive con su madre, que trabaja y no puede pasar tanto tiempo con él como querría, y para pasar el rato, el chico se evade en un viejo cine, ya crepuscular para esa época, donde ha entablado amistad con un viejo proyeccionista, y donde se escapa a la realidad adentrándose de lleno en sus películas favoritas.

Su saga predilecta es la de Jack Slater (Arnold Schwarzenegger), un duro policía que fusiona todos los tópicos sobre duros policías y héroes de acción, y gracias a un poco de esa magia del cine que permite lo imposible, la barrera que separa realidad y ficción se difumina permitiendo que cada uno visite el mundo del otro como ocurría en “La rosa púrpura del Cairo”, esta vez gracias a los pedazos de una pequeña entrada dorada de cine, y desplegando un enorme contenido de metalenguaje y detalles de dentro del cine sobretodo de finales de los 80s y principio de los 90s.

Una buena parodia hecha por un experto en el género de acción como John McTiernan, que en los 80s había hecho dos joyas de ese género como “Depredador” y “La jungla de cristal”, y que no teme la autocrítica intentando dar una pequeña vuelta de tuerca, contando con un guion divertido y curioso y ofreciendo un buen espectáculo dedicado a todos aquellos chavales, ya que como ellos mismos dicen, quizá es dentro de ellos donde se produce la magia.