Creo que la edad justa para ver esta película es esa transición entre la niñez y la adolescencia. Es ahí cuando podremos apreciar la inteligencia del guión y no nos fijaremos tanto en los defectillos de la película (a saber: un final muy previsible, un presupuesto ajustado, la floja música, algunas pequeñas incoherencias, etc.)

Lo mejor, sin duda, son los diálogos y los personajes. Al famoso "estribillo" de Íñigo Montoya hay que añadir los personajes del Milagrero, Vizzini, Fezzik, el Albino, el anciano Rey, y, sobre todo, el cura ("Ed madimodio es lo que nos ha deunido hoy aquí").
También destaca la ágil narración, alternando magistralmente las imágenes del cuento con las del abuelo (el cuentacuentos) y su nieto.