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Puerto Rico Puerto Rico · Guaynabo
Voto de operez:
8
Comedia Tras la muerte de su mejor amigo, Cantinflas tiene que hacerse cargo de Chavita (Paquito fernández), el hijo del difunto. Deseoso de progresar y tener dinero para mantener al niño, se pondrá a buscar trabajo como un loco, probando diversos empleos (albañil, socorrista en la playa de Acapulco, limpiabotas...). Se propone, sobre todo, satisfacer el mayor deseo de Chavita: tener una pelota, como los demás niños. Pero el destino le tiene ... [+]
23 de abril de 2009
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El limpiabotas (bolero en México) Cantinflas, debe hacerse cargo de "Chavita" (Paquito Fernández), su ahijado, cuyo padre murió en un accidente. Ansioso de progresar y tener dinero para mejorar la vida de ambos, Cantinflas toma la decisión de ir a la escuela con Chavita, para poder instruirse. Allí se enamorará de una atractiva profesora: Raquel (Manola Saavedra).

Cantinflas aparece bailando en el escenario con una bailarina vestida de rojo, ésta es Mimi (Elaine Bruce). La obra musical es el Bolero de Maurice Ravel, de ahí proviene el juego de palabras para el título de la película.

El Bolero de Raquel es la película más importante de la filmografía de Cantinflas, es un film sumamente cómico y una joya para los fanáticos del comediante mexicano.

La película recibió una nominación al “Ariel de Plata” por mejor actuación infantil: Paquito Fernández. El bolero de Raquel es una película mexicana filmada en 1956, y es la primera a colores en que participa Cantinflas.

El origen del nombre Cantinflas, se pierde en la leyenda, es un nombre sin significado alguno, que fue inventado a fin de evitar que sus padres se enteraran que trabajaba en el negocio del espectáculo, al que consideraban una ocupación vergonzosa.

El joven Mario Moreno, intimidado por el pánico escénico, una vez olvidó su monólogo original. Comenzó a decir lo primero que le viene a la mente en una completa emancipación de palabras y frases y lo que sale es una brillante incoherencia.

Los asistentes lo atacan con la sintaxis y él se da cuenta: el destino ha puesto en sus manos la característica distintiva, el estilo que es la manipulación del caos.

Semanas después, se inventa el nombre que marcará la invención. Alguien, molesto por las frases sin sentido grita: «Cuánto inflas» o «en la cantina inflas», la contracción se crea y se convierte en la prueba del bautismo que el personaje necesita.
operez
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