Me parece que, al igual que el protagonista, esta película se encuentra en un punto entremedio: entre el mundo de las películas para adolescentes y el de los dramas románticos.

Y es que es un quiero y no puedo. Un quiero parecerme a ese Ghost, interpretada por el inolvidable y tristemente ya desaparecido Patrick Stewart, y no puedo ni acercármele a las suelas de los zapatos.

Pero, a pesar de mi dura crítica, reconozco que la película me ha “gustado”… vamos, me ha parecido entretenida y me ha hecho pasar una tarde bastante amena. Pero gustar, lo que se dice gustar, de parecerme un peliculón, pues como que no.

Supongo que no estoy siendo imparcial, pues no puedo evitar verle demasiadas coincidencias con Ghost (película que me encantó en su día). Seguro que, de no de haberla visto, le daría mejor nota… pero esto es lo que hay. En el spoiler cito algunas de las similitudes con su predecesora.

Y lo que son las cosas… el prota, que es el que debería despertar las simpatías de los telespectadores, me cae mal; me parece el típico chulito de instituto, el niñato que hace lo que le sale de los bajos, sin importarle nada ni nadie.

Y la antagonista, Annie, que es la que debería caernos mal, a mí me cae bien. Porque la película logra reflejar lo que hay detrás de esa máscara, lo que la hace ser como es… cosa que no consigue del todo con el prota. (Más en el spoiler)