Una mujer totalmente desesperada consiente en casarse para poder escapar de un campo de concentración. Lo que no sabe es que va a meterse en una pequeña isla (Stromboli) de la que parece no haber escape posible.

Es un film realista o neorrealista, pero es también un film de terror con las secuencias espeluznantes de la erupción del volcán y la huída de los isleños, un volcán que amenaza constantemente con sus explosiones de fuego y lava. (Lo que me resulta increíble es que actualmente el alojamiento en Stromboli sea practicamente imposible en verano por la cantidad de veraneantes).

Hay una bellísima y, al mismo tiempo, desagradable secuencia de la pesca del atún. Hay otra secuencia terrorífica con el hurón y un conejillo. Hay un ritmo perfecto en la película. Y lo que es innegable es la empatía que siente el espectador con la protagonista.

Siento deseos de que Ingrid escape cuanto antes de un hombre que está a años luz de ella en sentimientos y necesidades. Quiero que huya de esas gentes primitivas y cerradas. Estoy deseando que abandone la isla maldita donde no se ven árboles ni flores, donde me agobio con esos parajes yermos tánto como se agobia ella.

A partir de esta crítica (nº 94) utilizaré el spoiler para cambiar los finales que no me hayan satisfecho.