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Voto de Reaccionario:
4
Drama Madrid, año 1868. Una revolución, la Gloriosa, pone fin al reinado de Isabel II de Borbón (1843-1868), hija de Fernando VII (1814-1833). Son tiempos convulsos en la Villa y Corte, las conspiraciones y la lucha por el poder dominan la vida política. Don Jaime de Astarloa, el mejor maestro de esgrima de la ciudad, permanece al margen de las intrigas. Para él, sólo existe un motivo por el que merece la pena batirse: el honor. La aparición ... [+]
26 de octubre de 2016
2 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como película de aventuras y misterio tiene su aquel, entre otras cosas porque los relatos de época suelen ser atractivos, máxime cuando estamos en un momento turbulento, a las puertas del Sexenio Democrático (1868-1874) o Revolución Gloriosa, o con cierto glamour, como pasa aquí, aunque yo prefiero otros periodos históricos. El caso es que la adaptación de la segunda novela de Arturo Pérez-Reverte, titulada de la misma forma, "El maestro de esgrima" (1988), es una obra con un vistoso formato, de hecho fue seleccionada para el Oscar a la mejor película extranjera, éxito corroborado por tres premios Goya, más otras ocho nominaciones, incluso con cierta intriga pero que termina fracasando por dos motivos principales: que la conspiración es una fantasmada, no sé qué quieren, ni en qué consiste, más el asesinato en sí, pésimamente concebido. De esta forma el culpable se delata solo (SPOILER).

Ahora bien, no puedo dejar de señalar la falsedad del retrato. Hablamos de un "caballero", Don Jaime de Astarloa (Omero Antonutti), que tampoco se porta como tal, salvo la cortesía y el buen tono generalizado de la época. En el fondo había miles de personas así en el Madrid de 1868. Pero encima no representa políticamente nada pues ni opina ni defiende ninguna cosa salvo su arte ¿Es este un señor del pasado o un señor limitado? Pretender decirnos que es más noble matar a alguien con una espada que con un revolver me parece una bobada pero es que además ignora que el duelo, también a florete con todas las reglas de etiqueta, estaba lejos de desaparecer en el siglo XIX. De hecho tuvo una segunda juventud a finales de la centuria y más allá aún, por ejemplo en Mussolini. Reverte fantasea sobre lo que es un caballero pero sin arriesgarse a dibujar uno, sino alguien vacío pero con un porte de tal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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