Carlos Iglesias, que me sorprendió muy gratamente con su ópera prima, "Un franco, 14 pesetas" (2006) dirige su segundo largometraje con una historia de altos vuelos ambientada en la Unión Soviética. Son los niños refugiados en ese país durante nuestra guerra civil y los adultos que los acompañan, su pasado, amores y desencuentros. Me ha recordado un poco a "Doctor Zhivago" (1965) aunque la pretensión de "Ispansi" quede reducida a homenajear a "Los que no volvieron". De hecho esta historia-río no se detiene hasta 1975, cambiando a los pequeños refugiados por los exiliados políticos que no pudieron/quisieron/atrevieron regresar a España. Preciosa ambientación rusa, actuaciones irregulares y una primera parte de aspecto legendario, esta marcha en medio de Siberia, compensado por una segunda corriente y moliente.

Harina de otro costal es el posicionamiento ideológico de la película. Muchos insisten en la imparcialidad de Carlos Iglesias, que huiría de maniqueísmos. Yo mismo lo pensé durante la primera media hora pero definitivamente se muestra excesivamente escorado hacia la izquierda para mi gusto. Es decir, deja claro la bondad de éste bando y la maldad del otro. Unos tienen la razón y los contrarios no. Esto, a fin de cuentas, es la opinión del protagonista, que por cierto, se resiste a vivir en la opresiva España Franquista pero que reside en la gloria en la URSS de Stalin. Sin embargo, lo que me irrita es esa voluntad de construir una tercera España que nunca existió, esa equidistante entre derecha e izquierda que sólo aspiraba a vivir en "Paz y Libertad". Sí, ¡Pero esa era la republicana! O sea, la de la izquierda, moderada, pero de izquierda.