No lo tenía difícil Tony Scott para superar la original de Martin Brest del año 1984, trabajo que no sé muy bien porqué motivo tuvo tanto éxito, pues no era ni graciosa, ni llamativa por su acción o su intriga. En cambio esta segunda parte tampoco es que tenga un argumento muy trabajado, pero sí que resulta más eficaz en el plano de humor, gracias sobre todo a la presencia de los dos policías acompañantes de nuestro Axel Foley (Eddie Murphy, que está más comedida y por lo tanto, mejor). En conjunto te arranca unas cuantas carcajadas y la complicada trama, la acción, los guiños a "Rambo", "Cobra" o al Playboy y la banda sonora, hacen que sea llevadera.

Otra cosa distinta es que las comparemos según el dinero que ganaron. La primera recaudó en los cines del mundo más de 316 millones de dólares y la segunda no llegó por poco a los 300, siendo además la una, la número uno en recaudación en los Estados Unidos y la otra, la tercera. En todo caso, es una película para pasar el rato, entretenida pero poco más, sino fuera porque detrás de las cámaras estaba Tony Scott y su cuidada estética. Atención a la luz natural por las ventanas, a la omnipresencia de los ventiladores o las palomas revoloteando. Dicen que era un director que rodaba anuncios o videoclips, pero benditos los dos si tienen este estilo.