Aquí tenemos a una de las triunfadoras del año 2018 con tres Oscars, uno de ellos a la mejor película de habla no inglesa, y diez nominaciones. Sin embargo, su bonito envoltorio no debe confundirnos respecto a un contenido que nos confirma que en realidad es cine de ahora, es decir, malo y politizado. Alfonso Cuarón ha elegido el camino cómodo, complaciente y un poco cobarde de esquivar cualquier conflicto, contentándose a lo sumo con la simple alusión, como si eso fuera suficiente. Pues no. El terrorismo de estado, las revueltas populares en el México de los también allí muy convulsos años setenta, en concreto 1970-1971, el antagonismo de clases, la pobreza o los problemas sentimentales requieren una mirada mucho más aguda si quieres construir una obra realmente superior. Sí, Cuarón es un buen director y por eso "Roma" destaca en su faceta técnica, especialmente en la fotografía y los encuadres. Sin embargo más allá de esto no hay prácticamente nada. Muchos insisten en que es aburrida y en efecto sus planos demasiado largos invitan al bostezo pero con todo a mí no me ha resultado soporífera. Más bien diría que en su lugar es fría, no transmite nada por su distancia emocional, por su objetividad neorrealista italiana y también porque a su protagonista le viene demasiado grande el personaje. Eso pasa por dar el papel principal a una actriz novata sin ninguna clase de formación interpretativa. Pero como es mujer, indígena y no sabe actuar ha sido nominada como mejor actriz. Por este camino a la próxima que llegue le acabarán dando el Oscar por estos motivos políticos.

Pero vamos al lío. "Roma" se vende como una obra nostálgica y de amor basada en los recuerdos de Alfonso Cuarón. Sin embargo, todo en esta afirmación es falso. Para empezar, la película no versa sobre la infancia del director sino que éste es un espectador totalmente secundario de la verdadera protagonista, una criada. En su lugar, Cuarón nos cuenta su historia, que es simplísima, como una muestra de agradecimiento pero más allá del cariño personal que le pueda tener, su enfoque no aporta nada porque esa es otra, carece de nostalgia. Aquí no existe "el recuerdo de una dicha perdida", así la define el DRAE, porque esa felicidad añorada tampoco existe. Por eso su relato es más bien tedioso y no despierta ninguna emoción. Por último, ese retrato del amor es falso porque se desprecia, se prescinde, se trata de negar, en la línea del pensamiento progresista dominante, el amor humano más grande que existe, que es el romántico, el de pareja. Pero qué clase de relación puede existir entre los sexos si el hombre para Cuarón es un ser ausente, mezquino, violento, que seduce y engaña, que amenaza y mata, que abandona a su familia o no reconoce a sus hijos, que trata de abusar sexualmente. Pues obviamente ninguna. Así que a celebrar el matriarcado y la sororidad. Y es que en el fondo "Roma" es mera propaganda feminista-progre cuyos objetivos vienen expresamente señalados en los créditos finales: apoyar "la justicia, la igualdad, la libertad y la felicidad para todas las mujeres en México", a las empleadas del hogar y a las trabajadoras que emigran a los Estados Unidos.