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Voto de Reaccionario:
8
Aventuras Danny Dravot y Peachy Carnehan, dos aventureros que viajan a la India en 1880, sobreviven gracias al contrabando de armas y otras mercancías. Un día, deciden hacer fortuna en el legendario reino de Kafiristán. Después de un durísimo viaje a través del Himalaya, alcanzan su meta justo a tiempo para hacer uso de su experiencia en el combate y salvar a un pueblo de sus asaltantes. Está inspirada en un relato de Kipling. (FILMAFFINITY)
4 de diciembre de 2012
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que para algunos es uno de los últimos ejemplos del cine de aventuras clásico para mí es verdaderamente el inicio de este género, por encima de la "Reina de África", trabajo que puede calificarse como iniciador de una etapa. De hecho sería imposible entender la saga de "Indiana Jones" sin "El hombre que pudo reinar", a la que tanto debe. En este caso nos encontramos con la aventura en toda su esencia. Esto quiere decir que no esperemos acción, peleas, combates o peligros uno detrás de otros. No, lo que hay es la épica de la aventura, la búsqueda de lo imposible, del poder y de la gloria, de ir más allá del mundo conocido y encontrarse con lo inaudito, lo extraño, lo místico, lo sagrado y hasta con uno mismo. Viaje iniciático potenciado por un retrato bellísimo de lo que es la amistad entre los geniales Danny Dravot (Sean Connery) y Peachy Carnehan (Michael Caine), dos truhanes, ex-soldados británicos que en el fondo siempre lo serán, pero en el fondo, dos soñadores, dos ilusos románticos que pese a sus motivos nada altruistas dan vida a dos héroes de los pies a la cabeza.

Según las fechas, la película estaría ambientado en 1886, con la India Británica como punta de partida y el país de Kafiristán, ubicado al este de Afganistán, real y no inventado aunque lo parezca por más que habrá elementos fantásticos, como final de su odisea. Y aunque la conquista de Alejandro es cierta otra cosa distinta sería la relación del griego con la masonería como queriendo dar por válido el origen esotérico y legendario de esta orden, lo cual supone, no obstante, un acertado hilo conductor en el que la mística del Ojo y la Escuadra, viene como anillo al dedo a esta historia llena de simbolismo y mito. Otras cosas que convierten este trabajo en una gran película podrían ser los impresionantes espacios naturales, la banda sonora de Murice Jarre, los momentos absolutamente delirantes de alta comedia, algunos diálogos realmente bellos o un emotivo final. Pero para que todo esto resulte, hace falta el insuperable marco del colonialismo y un momento histórico tan bonito como finales del XIX, un XIX largo, hasta 1920, terreno abonado para toda clase de fantasía, aventura, magia, goticismo y Steam Punk, que por algo será.

Algunos se enzarzarán en la visión racista de esos pueblos del Asia Central, en la autocomplacencia de la superioridad británica-occidental cuando en realidad el misticismo oriental los acaba derrotando o en la apología del colonialismo, a la que me sumo sin dudarlo (¿hay algo más hermoso y noble que el colonialismo? Si hasta con solo el nombre, "India Británica", te se hace la boca agua). Cinematográficamente, me quedo con esa idea tan hermosa de Huston que se repite en casi todas sus obras, la del hombre derrotado por la diosa fortuna pero que en el fondo no le importa. Porque, mientras Danny y Peachy puedan seguir ideando planes fabulosos, diciendo aquello de "cuanta gente ha viajado lo que nosotros y visto lo que nosotros", recordando viejas historias, riéndose de la vida o de ellos mismos, ¿qué más da si conquistan el botín de las feroces tribus de Kafiristán, si se hacen con el tesoro de Alejandro, si llegan a ser reyes o hasta dioses? Al final qué importa el resultado cuando lo has intentado, cuando el mundo ha sido tuyo aunque sólo sea por un momento o cuando se pueda seguir contando con una amistad como ésta.
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