Es extraño que si nos sacan de nuestra casa, barrio o ciudad, o sea, de nuestro entorno protegido, nos sintamos de lo más vulnerable. Por ejemplo, si estamos en un carretera perdida en medio de ¿Arizona? y se nos para el coche. Ahora hay móviles con los que nos pueden sacar de un apuro pero no en 1997. ¿Nos quedamos allí hasta que venga alguien? ¿Incluso a pasar la noche, sin comida ni agua? ¿Quién nos socorre? Pero es más, ¿podemos fiarnos de las personas que se crucen por nuestro camino? De hecho, la idea de la separación, que es la más lógica, que él se quede vigilando y ella se suba al camión, tiene algo perturbador en su propia naturaleza: los dos se aíslan más aún. ¿Y si luego no pueden encontrarse?

En lo dicho hay varias interrogantes que se cumplen en "Breakdown", road movie angustiosa que empieza con mucho misterio, aunque tal vez debería haberse estirado más, y termina con acción llena de violencia. Me gusta más la primera parte que la final, sobre todo desde que se desvela el pastel pero aún es lo suficientemente compacta como para pasar hora y media con los ojos pegados a la pantalla. Sin pretensiones, muy directa, sin trucos, ni exageraciones pero sí verosímil e inquietante, la película se adentra en un moderno oeste salvaje y polvoriento con un héroe improvisado, Kurt Russell, pero que cumple como el que más. Atención a su despliegue físico en la secuencia del camión. Vedla si queréis pasar un mal rato.