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Voto de Reaccionario:
6
Intriga. Drama Leonard Vole (Tyrone Power), un hombre joven y atractivo, es acusado del asesinato de la señora French, una rica anciana con quien mantenía una relacion de carácter amistoso. El presunto móvil del crimen era la posibilidad de heredar los bienes de la difunta. A pesar de que las pruebas en su contra son demoledoras, Sir Wilfrid Roberts (Charles Laughton), un prestigioso abogado criminalista londinense, se hace cargo de su defensa. (FILMAFFINITY) [+]
25 de julio de 2012
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me temo que las películas extranjeras nos han malacostumbrado mostrándonos la clase de juicios que aparecen en "Testigo de cargo". Jueces que dejan hacer y abogados o fiscales que lo protestan todo, que tratan de desacreditar a los testigos, que los acusan y hasta les gritan si es necesario, que emplean pruebas, deducciones, precedentes, argumentaciones o razonamientos de cualquier tipo para componer una defensa numantina o una acusación en toda regla, según el papel de cada uno. Pero, en cualquier caso, con la esperanza de que la verdad salga a la luz. Luego uno ve ciertos juicios de la vida real, que no tienen ni punto de comparación con los de la gran pantalla, y claro, la decepción no puede ser más evidente.

Volviendo a "Testigo de cargo", el juicio en sí es la parte mollar de película y es en el estrado donde se acaba resolviendo toda la trama previamente planteada. De hecho, el enigma que rodea a la muerte de la señora French es el plato fuerte y el modo en el que Billy Wilder trata de liarlo todo resulta más que convincente, salvo el desenlace final que es demasiado precipitado, forzado y "políticamente correcto". Pero salvo esto último, el desconcierto sobre lo que sucedió, sobre la inocencia o no del acusado y los tejemanejes de su mujer se mantiene hasta los últimos minutos. Por esa cuidadosa trama junto al excelente guión y a la propia interpretación de su trío protagonista (Tyrone Power, Marlene Dietrich y Charles Laughton) "Testigo de Cargo" se gana el derecho propio a ser considerada todo un clásico del género de intriga, especialmente judicial.

El acierto del director no reside sólo en la propia historia que cuenta sino en otros matices que hacen más agradable el visionado. Por ejemplo, los diálogos son más que buenos, concretamente aquellos humorísticos con los que te ríes unas cuantas veces. En esa línea, el personaje de le enfermera que atiende a Sir Wilfrid Roberts resulta simpatiquísima y la "química" que desprende la relación con su paciente siempre me ha hecho pensar que a la postre van a acabar juntos, pues se gustan.
Reaccionario
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