No Mike ni Micky sino Michael (James Spader), toda una declaración de intenciones en un momento dado. Inquietante y perturbador thriller que gira, por un lado, sobre los desconocidos de apariencia envidiable pero fondo siniestro, y por el otro, los anhelos que reprimimos por eso de ser civilizados. En lo primero, el misterioso Alex (Rob Lowe), tipo seductor y de sibilina mirada, es precisamente la mala influencia que anuncia el título. Alex es extraño. Desconocemos su verdadero nombre, ni lo que hace, ni lo que quiere. Es más ni siquiera sabemos cómo acaba (SPOILER). Retorcido y psicópata no para de maquinar nuevas estratagemas para encadenar a Michael.

Claro que, pese a su maldad, algo de razón tiene. Michael quiere el puesto en la empresa y a Claire (Lisa Zane) al mismo tiempo que patear a su rival, el tal Patterson (Tony Maggio) y deshacerse de su novia, interpretada por una joven Marcia Cross antes de saltar a la fama con su "Mujeres desesperadas" (2004). Digamos que Alex convence a su "amigo" para sacar el lado oscuro, satisfacer el ello según Freud, aquello que desea pero que no se atreve a tener o hacer. Este dilema nos llevará a una escalada violenta de final impredecible. La película se completa con una atractiva banda sonora y una estética de principios de los 90, en concreto 1990, con mucho estilo.