Un pistolero, un viejo indio, una joven navajo, un perro, una anciana, su nieta ya adulta, varios lugareños... cualquiera que sea puede unirse a Josey Wales (Clint Eastwood), personaje con un fondo real, del que se escribió la novela "El forajido rebelde: Josey Wales" de Forrest Carter sobre la que se basa la película. "El fuera de la ley" es un western pero me recuerda más a los trabajos del Clint Eastwood de la segunda mitad de los 70 y primeros 80, en concreto, su "Duro de Pelar" (1978), "La gran pelea" (1980) o "Bronco Billy" (1980). Una especie de road movie ligera, pese a su base dramática, en la que aparece de todo, pero volcado sin mucho tacto, que pretende cautivar más por la abundancia, el guión hace que nuestro ameno grupo vaya dando tumbos de un lado para otro, que por la medida.

La película tiene un comienzo confuso, mejora un poco, vuelve a estancarse, remonta y acaba uno pidiendo la hora. Más que larga, que también lo es, es que se dilata en su idea original. Afortunadamente, la cinta introduce algo de humor, diálogos con ropaje del oeste y abundantes duelos. No es de lo peor pero dista un trecho largo de "El jinete pálido" (1985), con la que guarda cierta semejanza pero que la supera con creces. Claro que me ha hecho gracia comparar este western con el de "Bandidas" (2006), el vaquero áspero de Wales con los dicharacheros personajes de Penélope Cruz y Salma Hayek. Y ya en serio, detalle histórico al canto mencionado por el anciano cherokee: la senda de las lágrimas en la que 4.000 nativos murieron al ser deportados por el gobierno en 1838.