Después de tres entregas en la que le he dado bastante cera a esta saga juvenil-adolescente de "Los juegos del hambre", quizás demasiada, llegamos al punto final con una película, la cuarta y última, que dentro de lo que cabe y viendo lo que hemos visto en sus predecesores no me ha parecido mala. O bien, que me ha entrado un poco de nostalgia al despedirme de la chica en llamas y sus amigos. El caso es que "Sinsajo Parte 2" salvó los muebles entrando en el top ten como la novena más taquillera del mundo en el 2015, con más de 652 millones de dólares recaudados, lo que ha convertido a "Los juegos del hambre" en la franquicia número quince más taquillera de la historia con 2,9 billones de dólares.

Dicho esto vamos con el desenlace pero antes de seguir aprovecho para una recomendación. En este tipo de películas en formato de episodios no vendría nada mal un pequeño resumen para recordar cómo acabó la cosa en la predecesora porque de un año para otro no te acuerdas bien y para coger el hilo hay que ponerse a leer el argumento de "Sinsajo Parte 1" (2014). Sea como fuere, aquí lo bueno es que está todo dicho y el argumento se limita a una batalla pasa asaltar el capitolio, así que hay abundante acción, para lo que es la saga, incluso hay una secuencia a lo "Aliens" (1986), mezclado con drama, lo que hace que sea un largometraje animado. Eso sí, los juegos del hambre desaparecen por completo.

Por supuesto, la cosa no da para demasiadas alegrías pero teniendo en cuenta que hay aspectos bastante ridículos en la propia idea de "Los juegos del hambre", sin ir más lejos la insistencia en poner mujeres y jóvenes generalmente como líderes en una guerra abierta, Lawrence cumple con su cometido. Sí, me refiero a Francis pero sobre todo a Jennifer Lawrence, que es el alma de la película como la sufrida Katniss Everdeen, aunque su personaje es mejorable consigue engancharte, pese a su insípido romance. La chica tampoco es que sea especialmente mona pero según la veas tiene un punto y además está rellenita. Al final incluso aparece con unas botas altas aunque tan poco que casi ni se las ve.