Si uno tuvo la oportunidad de ver la primera de esta saga cuando se estrenó, en el 2003, y ha acabado viendo el último episodio en este 2019 quiere decir que han pasado dieciséis años y cinco películas en total de "Underworld". Esto significa que no nos vamos a acordar de casi nada al no ser que seamos unos fans incondicionales, que no es mi caso. Este en un problema de las franquicias que se alargan demasiado en el tiempo y aunque Anna Foertster tira de abundantes flashbacks y una necesaria introducción-recordatorio, sea por falta de memoria o por agujeros del guión, termino enfrentándome con "Guerras de sangre" con varias dudas significativas: ¿De dónde sale esta niña hija de Selene (Kate Beckinsale)?, es que no la recuerdo, ¿Qué ha pasado con Michael (Scott Speedman)?, ¿Quién es la tal Amelia? o ¿Por qué algunos vampiros pueden caminar bajo el sol?.

Dicho lo cual, podemos hacer como borrón y cuenta nueva y disfrutar del largometraje de forma independiente del resto. Así que nos encontramos con un entretenimiento ligero, que continúa la lucha entre vampiros y hombres lobo, los primeros con el clásico aire aristocrático que por ejemplo podemos ver en el anime de "Vampire Knight" (2008). Sin embargo, aunque se deja ver, la operación de no termina de cuajar. La historia es simplísima y nada original, nos recuerda a lo que hemos visto varias veces en "Underworld". Por otro lado, hay varios huecos que ya he señalado en el otro párrafo, pero lo peor de todo es que estas cosas terminan siendo irrelevantes, y otros nuevos que no explican para nada, dando una fea sensación de improvisación displicente. El claro toque feminista es un estorbo, la falta de iluminación es terrible y Kate Beckinsale se luce ya muy poco.