Otra película sobre los nazis, la Segunda Guerra Mundial, Polonia y los judíos (aunque aquí el holocausto apenas aparece) después de la "Lista de Schindler" y con el listón tal alto que nos dejó, no es nada fácil. Roman Polanski se atreve pero el resultado de su trabajo tira más bien a mediocre. Técnicamente a "El Pianista" no hay nada que reprocharle. Bueno si, sus largos 148 minutos. Sin embargo, flaquea en varios puntos fundamentales. Quizás el principal defecto es que la historia carece de algo más que la vida del protagonista, Wladyslaw Szpilman (Adrien Brody), a lo largo de la guerra. De hecho, la pasividad de Szpilman le hace perder puntos pues su presencia es casi la de un espectador que apenas participa en lo que sucede alrededor. Se limita a huir, a esconderse, a mirar a hurtadillas por las ventanas y a ir tirando mientras pasan los años.

Ya se que la obra que dirige Polanski se inspira en las vivencias reales del famoso pianista y que en este sentido no puede fabular añadiendo elementos de más interés o suprimiendo los que carecen de él. Pero en lo que si tenemos que coincidir es que la pura supervivencia de Szpilman no encandila. Ciertamente hay imágenes que uno recuerda porque te impactan y tal vez la recreación de la historia de la propia Varsovia durante la guerra tiene interés pero, dejando estos aciertos al margen, la película falla en demasiados aspectos como para que se puedan pasar por alto. Por ejemplo, su trama es en exceso laxa, los personajes aparecen y desaparecen sin que haya un mínimo retrato psicológico, es más, el propio pianista nos resulta casi un desconocido, o los diálogos y reflexiones de interés brillan por su ausencia.

Dicho lo cual me gustaría añadir que con tantas películas que se han hecho sobre el holocausto y similares no recuerdo una en la que podamos entender (que no justificar o disculpar, que quede claro) el profundo antisemitismo nazi y sus métodos aterradores. Tanto ésta como la merecidamente famosa "La Lista de Schindler", como el resto, se limitan a ofrecernos el sufrimiento de los judíos. Por ejemplo, suelen empezar con los alemanes acosándolos y estos sin ser conscientes de lo que les ha caído encima. Con este planteamiento el espectador siente lógicamente rechazo hacia los nazis y compasión por los judíos pero al no poder explicar el comportamiento de los primeros sólo nos queda ignorarlos o tratarlos de salvajes, de malvados o de monstruos. Sin embargo, la realidad es mucho más complicada. ¿Por qué sentían ese odio? ¿Por qué esa insensibilidad, esa inhumanidad? ¿Por qué el antisemitismo? ¿Cómo personales normales y corrientes participaron sin apenas protestas en el holocausto? ¿Por qué el nazismo tuvo tantos seguidores? En definitiva, compaginar eso que el propio Himmler define como la esencia del nacional-socialismo "exterminar a seres humanos y al mismo tiempo seguir siendo decentes".