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Voto de Sandro Fiorito:
8
6.4
1,142
Drama
Will (Ben Foster) es un soldado que ha pasado años muy duros en hospitales militares, para curarse de las heridas recibidas en la guerra de Iraq. Además, la chica con la que salía lo ha abandonado (Jena Malone). Así las cosas, la única oportunidad de empezar de nuevo se la ofrece Tony (Woody Harrelson), un oficial que le enseña el trabajo de "mensajero": su misión consiste en informar a las familias de los soldados que acaban de morir en Irak. (FILMAFFINITY) [+]
15 de octubre de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contar una historia de soledad, tristeza, compasión, remordimientos, incomprensión, amistad y el sentido de nuestras vidas teniendo como trasfondo una cercana perspectiva de la muerte. Eso es lo que se propone Oren Overman en su primera película como director (venía de escribir cuatro guiones, entre ellos el de “Jesus’ Son”, 1999), con una cinta que desprende un buen aroma a gran cine independiente. La dirección se muestra firme, presumiendo de una gran capacidad a pesar de su nula experiencia en el campo de la realización y haciendo desembocar la transición de sus escenas en un mar de pasajes bien contados, montados y mejor desarrollados. Esta es una de esas películas que te atrapa con sus palabras, transmitiéndote una historia que si bien es fruto de la originalidad de un nutrido guión ideado por el propio director debutante, Overman, y el productor y guionista Alessandro Camon (“K. Il bandito”, 2008), inspira un descarado realismo que juega a mezclar el sentido de lo deprimente y lo animoso en una misma dirección.
“The Messenger” nos habla de un joven sargento jefe del Ejército de los Estados Unidos llamado Will Montgomery (Ben Foster), que vuelve a casa después de prestar servicio en la Guerra de Iraq. Secuelas físicas mediante, visiblemente afectado y profundamente melancólico, Will es testigo de cómo han cambiado las cosas a su alrededor experimentado la difícil adaptación a la vida civil después de haber estado involucrado en un conflicto bélico de gran envergadura. Antes de licenciarse y dejar atrás todo lo relacionado con la vida militar, es asignado a la compañía de notificaciones, desde la que debe cumplir una misión de inimaginable incomodo y frialdad: informar personalmente sobre la muerte de los soldados caídos a sus familiares. Para esto irá en compañía del imponente capitán Tony Stone (Woody Harrelson), quien le irá explicando la disciplina aplicada a este tipo de servicio y las normas que deberá obedecer para convertirse en un buen mensajero del dolor. Las escenas correspondientes a los comunicados a familiares son tétricamente brillantes, pues si bien representan el momento más angustioso que podamos imaginar, están filmadas con tanto acierto y detalle que se convierten en unas grises maravillas. También inserta otras que resultan, incluso, divertidas y alocadas.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
“The Messenger” nos habla de un joven sargento jefe del Ejército de los Estados Unidos llamado Will Montgomery (Ben Foster), que vuelve a casa después de prestar servicio en la Guerra de Iraq. Secuelas físicas mediante, visiblemente afectado y profundamente melancólico, Will es testigo de cómo han cambiado las cosas a su alrededor experimentado la difícil adaptación a la vida civil después de haber estado involucrado en un conflicto bélico de gran envergadura. Antes de licenciarse y dejar atrás todo lo relacionado con la vida militar, es asignado a la compañía de notificaciones, desde la que debe cumplir una misión de inimaginable incomodo y frialdad: informar personalmente sobre la muerte de los soldados caídos a sus familiares. Para esto irá en compañía del imponente capitán Tony Stone (Woody Harrelson), quien le irá explicando la disciplina aplicada a este tipo de servicio y las normas que deberá obedecer para convertirse en un buen mensajero del dolor. Las escenas correspondientes a los comunicados a familiares son tétricamente brillantes, pues si bien representan el momento más angustioso que podamos imaginar, están filmadas con tanto acierto y detalle que se convierten en unas grises maravillas. También inserta otras que resultan, incluso, divertidas y alocadas.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La relación laboral y personal entre el sargento Will y el capitán Stone es llevada paralelamente a examen durante el transcurso de la película, produciéndose un interesante contraste entre la mediocridad de su difícil y descorazonada tarea y la propia desdicha de sus vidas vacías. Ben Foster (“El tren de las 3:10“, 2007) se confirma como una de las mejores opciones del momento con su sentida y acertada interpretación, pero es Woody Harrelson (“Siete almas“, 2008) el centro de todas las miradas al ser su personaje un pequeño icono a recordar dentro del cine, interpretado con una indescriptible brillantez que sólo se podrá comprobar al ver la cinta en versión original subtitulada.
Foster y Harrelson personifican uno de los mejores ejemplos actuales de compenetración, pues desde sus papeles se desprende la sensación de que ambos actores se conocen de toda la vida. Este magnífico dúo, que abre de par en par las puertas de la empatía, está apoyado por un resto del reparto que cumple con su tarea, incluyendo un fugaz Steve Buscemi (“Fargo“, 1996) del que sobran las descripciones, pues creo que ya todos conocemos el inmenso poderío interpretativo del popular actor secundario norteamericano, uno de los mejores en lo suyo. Samantha Morton (“En América“, 2002) también cumple con su importante papel impuesto.
La música original de la película es del prolífico compositor Nathan Larson (“Negocios ocultos”, 2002), aunque es una extensa selección de títulos de variedad de géneros -entre los que destacan el pop y el rock- la que se hace con el grueso del protagonismo musical de la cinta. A pesar de ello, me parecieron temas que generalmente pasan bastante desapercibidos ante unos sentidos que prefieren centrarse en la gran calidad del guión, sus inolvidables personajes y su atmósfera gris, preparada para hacernos comprender varias realidades a través de un entretenimiento de cuatro estrellas.
Foster y Harrelson personifican uno de los mejores ejemplos actuales de compenetración, pues desde sus papeles se desprende la sensación de que ambos actores se conocen de toda la vida. Este magnífico dúo, que abre de par en par las puertas de la empatía, está apoyado por un resto del reparto que cumple con su tarea, incluyendo un fugaz Steve Buscemi (“Fargo“, 1996) del que sobran las descripciones, pues creo que ya todos conocemos el inmenso poderío interpretativo del popular actor secundario norteamericano, uno de los mejores en lo suyo. Samantha Morton (“En América“, 2002) también cumple con su importante papel impuesto.
La música original de la película es del prolífico compositor Nathan Larson (“Negocios ocultos”, 2002), aunque es una extensa selección de títulos de variedad de géneros -entre los que destacan el pop y el rock- la que se hace con el grueso del protagonismo musical de la cinta. A pesar de ello, me parecieron temas que generalmente pasan bastante desapercibidos ante unos sentidos que prefieren centrarse en la gran calidad del guión, sus inolvidables personajes y su atmósfera gris, preparada para hacernos comprender varias realidades a través de un entretenimiento de cuatro estrellas.