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Voto de claquetabitacora:
4
13 de enero de 2016
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Hablar de un subgénero como el de gángsters es hacerlo con ciertos apellidos cinematográficos en mente tales como Scorsese, Coppola, Tarantino o De Palma por citar los más cercanos. Ellos han conseguido crear y perpetuar un lenguaje en sí mismo. Una serie de cánones y códigos establecidos para que uno pueda reconocer y asociar ciertas técnicas narrativas que sirven para distinguir desde cualquier instante que ellos ya lo hicieron y lo convirtieron casi en una marca registrada. Es hablar del cine de mafiosos y títulos de ellos saldrán a la palestra como referentes ineludibles. Ver a día de hoy casos como “Legend” es recurrir inevitablemente a las constantes de esos directores, sobre todo los dos primeros. Por desgracia, al hacerlo, no sale bien parado. Y es extraño. A su currículum como guionista me refiero y más aún a su faceta como director. Porque en las lides del género él siempre ha sido un caballo ganador.
Su debut fue “Payback”, un remake muy aceptable del clásico por derecho propio “A quemarropa” donde Lee Marvin ofrecía un rol de altura. Allí podían verse unas maneras que sabían cómo ofrecer un producto serio, decidido, seco, violento y ante todo con las dotes de un director que ponía toda la carne en el asador y sabía cómo jugar con un guión bien tejido e hilvanado. Eso lleva a que los loores llegaron con “L.A. Confidencial”, uno de los títulos clave del género y referente absoluto en cuanto a entramado, juego de personajes y diálogos fieros e hipnóticos. Tampoco podemos dejar pasar su guión para “Mystic river”, del clásico Clint Eastwood. Allí volvíamos a exponer a la mafia como ese elemento que existe y del cual uno no puede deshacerse por mucho que uno huya de él.
Es lo que me deja fuera de juego al contemplar “Legend”. Basada en la novela “La profesión de la violencia: el ascenso y caída de los gemelos Kray” de John Pearson, se expone el Londres de la década de los sesenta donde los hermanos Kray, gemelos pero de carácteres completamente antagónicos, sembraron el terror con su nivel de violencia convirtiéndose en piezas fundamentales de la mafia de aquella época llegando incluso a entablar relación con los gángsters de América. Hasta aquí todo es correcto y en algunos episodios de la película logramos llegar a ver esa parte sórdida, violenta, seca y sufrida de las maneras y ejecuciones de los bajos fondos pero hay un problema de base que convierte a “Legend” en un quiero y no puedo: un romance que echa por tierra todas las intenciones y decisiones sobre el tema y el género en sí mismo. No por el fondo en sí, que es muy respetable, sino por la forma, que es innecesaria y ante todo forzada.
Tom Hardy, interpretando a los dos gemelos en un tour de force interpretativo bastante esforzado aunque hayan momentos donde el patetismo roza mucho el larguero (véase la escena de la pelea en el club), representa las dos caras de la misma moneda: el cerebro y el músculo. Reggie, ex-boxeador, tiene un club que regenta de la mejor forma posible pero para ello decidirá construir su pequeño imperio a través de trapicheos, malas prácticas, contactos con altas esferas y demás. La mala decisión será sacar del psiquiátrico a su hermano Ronald, un ser impulsivo, demente, psicótico y con una carencia absoluta de moralidad, y contar con él para compartir el negocio, una crasa decisión. Hasta aquí todo podría parecer un buen material para enfundarlo dentro del género al que tanto la publicidad como guionista han hecho creer que pertenece.
El problema radica en que el director se pierde en sus propias intenciones. Para empezar decide poner la narración a través de los ojos (y voz en off) de Emily Browning. De esta forma se distorsiona en cierta medida la personalidad de la historia de los protagonistas en función. Hay que añadir que ella es el elemento en discordia entre los dos hermanos y que se convierte en el amor platónico de Reggie. Eso no estaría mal como elemento a añadir en la lista de episodios pero cuando conviertes a ella en el eje fundamental cuando ni su personaje ni su historia tiene atractivo ni interés en la narración todo se convierte en una especie de culebrón digno de telefilme sólo que con la técnica expuesta para una película. Pero eso no exime a que todo se torne aburrido, tópico, lleno de clichés, sin apenas interés y dejando de lado (o en un segundo plano) lo que realmente importa del filme en cuestión: cómo consiguieron los hermanos Kray construir un imperio.
- continúa en spoiler -
Su debut fue “Payback”, un remake muy aceptable del clásico por derecho propio “A quemarropa” donde Lee Marvin ofrecía un rol de altura. Allí podían verse unas maneras que sabían cómo ofrecer un producto serio, decidido, seco, violento y ante todo con las dotes de un director que ponía toda la carne en el asador y sabía cómo jugar con un guión bien tejido e hilvanado. Eso lleva a que los loores llegaron con “L.A. Confidencial”, uno de los títulos clave del género y referente absoluto en cuanto a entramado, juego de personajes y diálogos fieros e hipnóticos. Tampoco podemos dejar pasar su guión para “Mystic river”, del clásico Clint Eastwood. Allí volvíamos a exponer a la mafia como ese elemento que existe y del cual uno no puede deshacerse por mucho que uno huya de él.
Es lo que me deja fuera de juego al contemplar “Legend”. Basada en la novela “La profesión de la violencia: el ascenso y caída de los gemelos Kray” de John Pearson, se expone el Londres de la década de los sesenta donde los hermanos Kray, gemelos pero de carácteres completamente antagónicos, sembraron el terror con su nivel de violencia convirtiéndose en piezas fundamentales de la mafia de aquella época llegando incluso a entablar relación con los gángsters de América. Hasta aquí todo es correcto y en algunos episodios de la película logramos llegar a ver esa parte sórdida, violenta, seca y sufrida de las maneras y ejecuciones de los bajos fondos pero hay un problema de base que convierte a “Legend” en un quiero y no puedo: un romance que echa por tierra todas las intenciones y decisiones sobre el tema y el género en sí mismo. No por el fondo en sí, que es muy respetable, sino por la forma, que es innecesaria y ante todo forzada.
Tom Hardy, interpretando a los dos gemelos en un tour de force interpretativo bastante esforzado aunque hayan momentos donde el patetismo roza mucho el larguero (véase la escena de la pelea en el club), representa las dos caras de la misma moneda: el cerebro y el músculo. Reggie, ex-boxeador, tiene un club que regenta de la mejor forma posible pero para ello decidirá construir su pequeño imperio a través de trapicheos, malas prácticas, contactos con altas esferas y demás. La mala decisión será sacar del psiquiátrico a su hermano Ronald, un ser impulsivo, demente, psicótico y con una carencia absoluta de moralidad, y contar con él para compartir el negocio, una crasa decisión. Hasta aquí todo podría parecer un buen material para enfundarlo dentro del género al que tanto la publicidad como guionista han hecho creer que pertenece.
El problema radica en que el director se pierde en sus propias intenciones. Para empezar decide poner la narración a través de los ojos (y voz en off) de Emily Browning. De esta forma se distorsiona en cierta medida la personalidad de la historia de los protagonistas en función. Hay que añadir que ella es el elemento en discordia entre los dos hermanos y que se convierte en el amor platónico de Reggie. Eso no estaría mal como elemento a añadir en la lista de episodios pero cuando conviertes a ella en el eje fundamental cuando ni su personaje ni su historia tiene atractivo ni interés en la narración todo se convierte en una especie de culebrón digno de telefilme sólo que con la técnica expuesta para una película. Pero eso no exime a que todo se torne aburrido, tópico, lleno de clichés, sin apenas interés y dejando de lado (o en un segundo plano) lo que realmente importa del filme en cuestión: cómo consiguieron los hermanos Kray construir un imperio.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Todo lo que podía interesar está expuesto muy a cuenta gotas y sin la garra nerviosa que requiere un producto como este. Sí, es cierto, todo está filmado con una templanza y una elegancia visual muy convincente. Pero eso no hace que la película fluya. Apenas tenemos un par de escenas donde el ritmo y la acción queden plasmados con soltura y acierto. Todo lo demás son diálogos vacíos, interpretaciones planas y sin más que destacar más allá de las dotes de un Hardy inspirado, que consigue plasmar las diferentes características de los dos hermanos siendo completamente antagónicos en carácter y actitud. Pero “Legend” tan sólo es una galería para demostrar las aptitudes de Hardy. Todo lo demás es un prescindible producto que no llega a ofrecer nada que no hayamos visto en infinidad de títulos similares y lo que podía parecer un rotundo filme donde el Londres sesentero gruñía ante una situación tan agresiva se torna todo en una especie de almibarado cuento romántico rodeado de pequeñas pinceladas de explosiva crueldad (como demuestra la escena de la pelea en el bar o el ataque a uno de los personajes del entramado). En resumidas cuentas a uno le deja la sensación de producto que se desinfla a medida que avanza y no tiene mucho a lo que aferrarse para defenderla por méritos propios.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/01/13/critica-legend-brian-helgeland-2015-emulando-a-los-grandes-sin-resultado-aparente/
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/01/13/critica-legend-brian-helgeland-2015-emulando-a-los-grandes-sin-resultado-aparente/